Hay noticias que le reconcilian a uno con el ser humano y su capacidad de hacer bien las cosas. Frente a tanto Pepe Blanco gritón, tanto Rajoy insultón, tanto Biel fanfarrón, tanta Eva Almunia saltarina, tanto Ferrer marrullero, reconforta leer que en un pueblo de Teruel, Alcorisa, cuatro partidos que forman el equipo de gobierno del ayuntamiento son capaces de trabajar codo a codo, lanzar un mensaje de optimismo y afirmar que se sienten “muy satisfechos de haber trabajado desde la unión”. Siempre he pensado, y sigo pensando, que en los pueblos tienen mucha más importancia las personas que las siglas. Los partidos con frecuencia sirven para encabronar al personal y sembrar cizaña para joder la convivencia. En los ayuntamientos con pocos recursos, y en Teruel tenemos muchos, los ingresos por tasas y tributos apenas alcanzan para pagar al secretario y poco más. El resto del dinero viene del Estado y de las subvenciones. Y éstas, las subvenciones, vienen con frecuencia con nombres y apellidos, con lo que la decisión que el consistorio debe tomar es si se asfaltan las calles A, B, C o las D, E, F; si se restaura el molino o la venta del tío Matías; si se cubre la piscina y se cambian las luces del frontón o se construye un gimnasio. Es decir, asuntos en los que la ideología cuenta poco o nada. No se decide sobre el futuro de las pensiones ni la financiación de las autonomías ni sobre los modelos de contrato para los jóvenes. Lo que se necesita para esas tareas son personas responsables y sensatas que aparquen la ideología a cien metros bajo tierra. Pero los partidos envenenan a la gente, se empeñan en joder la marrana porque los que los dirigen saben que si ganan las elecciones en un pueblo, pueden sacar pecho y exigir que los hagan diputados, consejeros o senadores. Salvo excepciones, el partido que gana en un pueblo ignora y putea al resto de los concejales de las otras formaciones. No les asigna ninguna responsabilidad y apenas les informa de nada. Lo mejor que le puede pasar a un pueblo pequeño es que si se presentan siete partidos a las elecciones municipales, cada uno obtenga un concejal y que tengan que designar al alcalde por sorteo. Se aprovecharía el talento de todos, se evitarían mangoneos y enfrentamientos. Y el aire sería mucho más respirable. Como parece que sucede en Alcorisa. Igual es que soy un ingenuo.
Evaristo Torres Olivas
domingo, 20 de marzo de 2011
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