Titular de un periódico nacional: “El expresident balear, Matas, inventó una campaña institucional para camuflar pagos al periodista que le hacía los discursos”. Y no eran dos euros sino 200.000 euros a tocateja y medio millón en subvenciones fraudulentas. No todos los que escriben los discursos a los políticos ganan tanta pasta pero no por ello deja de ser un fraude al ciudadano. Decidimos votar a una candidatura u otra en función de lo que nos cuentan los candidatos, pero si resulta que lo que cuentan no es de su cosecha sino que son las ideas de otro, el fraude consiste en que quien debería salir elegido es quien escribe el discurso y no el que lo lee. Como mínimo deberían hacer como en las películas cuando se nos indica al principio y al final quién hace qué. Así, ante una actuación de uno de nuestros políticos, antes de empezar a hablar, una voz en off debería indicarnos lo siguiente: Antonio Arrufat en el papel de presidente de la Diputación de Teruel. Guion de Raúl Maicas, Concha Hernández o quienquiera que sea el que le escribe los discursos a don Antonio. Pero es que además, el señor Arrufat es un pésimo actor. Hasta que decidí levantarme y marcharme de cualquier acto cuando abre la boca Arrufat, me he tragado muchas de sus desastrosas actuaciones, en mi pueblo, en el museo provincial, en las presentaciones de la revista Turia. A nuestro presidente le encanta que le inviten a destrozar las cuatro líneas que le escriben. Llega con su flamante coche oficial, su fiel secretario y su sacrificado chófer. Dedica unos minutos a leer y a hacerse la foto del Diario de Teruel del día siguiente y se deja amablemente convencer para comer o cenar copiosamente, siempre que sea a cargo del ayuntamiento. Dejando aparte que Antonio Arrufat sea un pésimo actor, que ni siquiera sabe leer los guiones que le escriben otros, no deja de ser paradójico que un señor que como única representatividad tiene los cincuenta votos de su pueblo, La Cerollera, sea presidente de la diputación de Teruel y censor del único diario escrito que tenemos en la provincia. Él, que es incapaz de escribir una sola línea, se cree facultado para decidir quién y qué se escribe en un diario pagado con los impuestos de los ciudadanos. Como ven, a cualquier cosa llamamos democracia. Un fraude.
Evaristo Torres Olivas
lunes, 21 de marzo de 2011
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