“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 19 de marzo de 2011

Pecar por omisión

Después de leer la octavilla de Mayte Pérez en el Diario de Teruel con motivo del Día internacional de la mujer, recibo como una bendición (es un decir) el texto de Vicente Altaba al día siguiente. Yo soy fan de don Vicente, Delegado episcopal de Cáritas española. Nacido en Mosqueruela. Es de los pocos curas que me gustan. Además escribe muy bien. Un verdadero placer. Su texto, El grito de la tierra y de las mujeres, es hermoso. No vayan a pensar que me he pasado al otro bando, que me he dado un golpe o que le he visto las orejas al lobo y de pronto se me ha aparecido el santo espíritu ese y me ha llevado de la mano, a mí, oveja descarriada o borrego negro, junto al resto del rebaño. Nada de eso. Y además no es la primera vez que expreso mi admiración por don Vicente. Claro que no todo el monte es orégano sin toda iluminación mística o éxtasis es un orgasmo. O sí. La cosa es que en esta ocasión, el padre Altaba, hace un análisis muy certero del sistema económico, político y cultural en el que vivimos, que pone todo tipo de trabas para lograr la plena igualdad entre hombres y mujeres. Lo que don Vicente llama “relaciones justas y equitativas entre mujeres y hombres que respondan a su común dignidad de personas y de hijas e hijos de Dios”. Pero como todo no puede ser perfecto, echo en falta una crítica a la institución a la que pertenece el padre Altaba: la Iglesia. No se puede achacar esa omisión a un simple olvido o a la ignorancia. Don Vicente es un hombre culto. Puede que no peque ni de palabra ni de obra; pero sí de omisión. Sabe que la Iglesia ha desempeñado y desempeña un papel clave en la propagación del dominio del hombre sobre la mujer. La mujer en la Iglesia puede llegar como mucho a ser ayudante del sheriff, banderillera del maestro o penene de la asignatura. Hombre es el Jefe, hombres los apóstoles, varón el papa, con pelo en pecho los obispos, mocetón Rouco Varela y machos la clase de tropa, los curas. A un modelo tan injusto, me ha extrañado que Vicente Altaba, con su capacidad analítica y su sensibilidad, no le haya dedicado una parrafada. Una pequeña reflexión. Una línea. Una palabra. Algo.

Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

se dice el pecado no el pecador