He escuchado el discurso de Obama en Tucson. Gran orador, don Barack. Sobre todo si se le compara con lo que tenemos por estos lares. Con Zapatero, por ejemplo, que habla a trompicones. Y tampoco es que el contenido del discurso fuera nada extraordinario: ya se sabe, los americanos meten a Dios por todas partes, incluso en sus monedas y billetes. Cualquier presidente de los Estados Unidos que no mencione a Dios una docena de veces en sus discursos, lo tiene jodido. Más o menos lo mismo que sucede con los pregones de los pueblos: si a uno lo invitan a pronunciar el pregón de las fiestas y no concluye gritando viva san Roque, viva santa Quiteria o el que sea el patrono del pueblo, lo más probable es que al pregonero lo corran a gorrazos o lo remojen en el pilón. Pero lo que sí ha hecho bien Obama, con su oratoria brillante, su dominio del espacio escénico y la perfecta entonación, ha sido no echar leña al fuego ni emputecer el ambiente. Que un asesino mate a seis personas y hiera a trece, no debe servir para que los demócratas o los republicanos se acusen mutuamente. Y Omaba ha sabido encontrar el tono y las palabras adecuadas para no joder más la marrana. Todo lo contrario que han hecho los dirigentes del PP con motivo de la agresión a un consejero conservador de Murcia. En lugar de poner calma y evitar los enfrentamientos por las acciones de unos descerebrados, se han puesto a acusar al PSOE. Claro que los psocialistas no se comportan mucho mejor. Recordemos las palabras de Zapatero a Gabilondo: nos conviene que haya tensión. Entre unos y otros, de lo que se trata es de fomentar el odio y encabronar las conversaciones de los bares, para que a los españoles se nos caliente la boca y nos pongamos a insultarnos los unos a los otros. Cualquier tragedia, ya sea un asesinato de ETA, un incendio forestal o el apaleamiento de un inmigrante, sirve para descalificar al adversario político. Incluso para insultar a los votantes llamándoles tontos de los cojones. El último ejemplo de “hazaña” de un político mediocre ha sido el del presidente Camps, despreciando a la prensa olímpicamente y contando a los cómplices del PSOE y de CIU que ofender a la prensa le da votos. Cinismo, desfachatez. Vitriolo y puñalada trapera.
Evaristo Torres Olivas
viernes, 21 de enero de 2011
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