El casino

Todos los periódicos y radios destacan el nombramiento de Ana Patricia Botín como consejera delegada del Banco Santander Reino Unido, o Santander UK. Y yo no sé si alegrarme o no. Por un lado, que una española se convierta en una de las mujeres más influyentes del mundo, según cuentan los expertos, debería ser motivo de alegría. Si es así, algo barrerá para casa. Pero por otro lado, me pregunto, ¿qué importa que sea mujer u hombre, si el oficio de banquero no es precisamente el que más se destaque por mejorar nuestra vida? Los bancos son esos negocios que con una mano te piden tu dinero, te ofrecen un interés X, y con la otra mano le prestan ese dinero al vecino cobrándole X+Y. Esto sería razonable siempre que Y fuera también razonable y que el dinero de mis ahorros sirviera para que un emprendedor pudiera sacar adelante su negocio de economía productiva que generara puestos de trabajo. Pero no es así. Cuando yo le entrego mi dinero al banco, el banco no me da ninguna información de lo que va a hacer con él. Se lo puede prestar al fontanero del barrio, al quiosquero de la esquina, a unos especuladores en bolsa o a unos traficantes de armas. En cambio, si yo le pido al banco que me dé un crédito, aparte de cobrarme ese Y extra, me exige que le presente todo tipo de avales y garantías para que en caso de que no pague, se queda con todo. Eso está bien, se dirán pero no pasa lo mismo al revés: si el banco se va a la mierda, yo pierdo todos mis ahorros. Bueno, no todos, porque a raíz de la crisis bancaria, se ha establecido una cantidad garantizada; pero hasta hace dos días, ni siquiera eso. Porque a los bancos, lo de la economía productiva les importa un huevo. Lo que quieren es ganar dinero como sea. Y ese como sea consiste con frecuencia en convertir el banco en un gigantesco casino: mover el dinero por la red con la esperanza de que algún tonto se deje engañar. Y como la avaricia de los banqueros no tiene límite, y la ética no la conocen, ha reventado todo el sistema y nos encontramos en una crisis de proporciones galácticas. Y para salir de la crisis, el Estado, con mis impuestos, le da dinero a los bancos para que no se cierre el casino. Así que pensándolo bien, que el gerente del garito de apuestas sea hombre o mujer me da absolutamente igual. Y por eso creo que no debo felicitar a doña Ana Patricia Botín-Sanz de Sautuola O´Shea.
Evaristo Torres Olivas