“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 9 de noviembre de 2010

El ajoaceite

Mira por donde, por una vez y sin que sirva de precedente, le voy a dar la razón a la lideresa Esperanza Aguirre. Ha dicho que ve “chocante” que Zapatero no vaya a la misa del Papa y sí asistiera al Desayuno de la oración en Washington. Según cuentan, los desayunos esos consisten en una cita político-religiosa, cuyos asistentes largan de todo de forma “discreta”, bajo un código de silencio absoluto sobre lo que se habla y de quién se reúne con quién. Un presidente de gobierno de un estado democrático, laico, aconfesional, o como lo queramos llamar, nunca debe asistir, en representación del Estado, a ningún jolgorio religioso. Y menos si no se puede informar de lo que allí se habla. Coño, que la democracia es transparencia, luz y taquígrafos. Pero a nuestro Zapatero le puede más el “ansia viva” de figurar al lado de Obama que cualquier otra cosa. Ya lo dijo esa gran dirigente del PSOE, Leire Pajín: “la coincidencia de Zapatero y Obama es un acontecimiento histórico planetario”. Zapatero por si solo es mucho Zapatero. Y Obama es mucho Obama. Pero si los pones juntos no suman dos sino dieciocho. Como el ajo y el aceite, que por separado están muy bien pero mezclados producen un ajoaceite cojonudo. Bush puteó a nuestro presidente desde que no quiso levantar el culo del asiento al paso de los soldados yanquis cuando lo de la Fiesta Nacional. El mismo Bush que a Aznar le dejaba poner las patas encima de la mesa y lo invitaba a su rancho de Texas. Y eso no puede ser. Zapatero tenía “pelusa”, envidia malsana. En cuanto llegó Obama a la Casa Blanca, nuestro presidente se fijó como objetivo prioritario salir fotografiado junto a don Barack. No paró de tirarle los tejos hasta que lo consiguió. Y en señal de agradecimiento, no se le ocurrió otra cosa que disfrazar a sus hijas de Halloween para fotografiarse junto al presidente americano y a la primera dama, doña Michelle.
Me parece bien que ahora don José Luis no asista a la misa con el Papa. No hay que confundir la gimnasia con la magnesia, las creencias privadas con la cosa pública. Pero reconozco que una foto de Zapatero y Benedicto con las hijas del presi vestidas de brujas, también habría sido un acontecimiento histórico planetario.

Evaristo Torres Olivas

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