Corren malos tiempos

En la contraportada del Diario de Teruel del día 11 de noviembre, se publica una noticia titulada Corren malos tiempos para la libertad de expresión. Se informa de que a Mario Vargas Llosa le han concedido en San Fernando, Cádiz, el Premio a la Defensa de la Libertad de Expresión y de los Valores Humanos. Le entregó el galardón nada menos que don Alfredo Pérez Rubalcaba, pico de oro, flamante vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior. En su discurso, el premio Nobel habló de la libertad de expresión como principio básico sin el que no puede existir la Democracia. Añadió que no debemos ser tolerantes ni complacientes y de que ellos, los escritores, están obligados a situarse en la vanguardia de la defensa de la libertad de expresión. Seguramente, Rubalcaba con su presencia quería manifestar el compromiso del Gobierno del que forma parte con ese principio básico de toda Democracia. Me alegro. Por eso me permito dirigirme desde estas líneas a nuestro superministro para sugerirle que además de citar a países lejanos donde la libertad de expresión está ausente, que eche un vistazo a su propio país. Y decirle que en un lugar llamado Teruel, en un periódico financiado con dinero público, el mismo en el que se informa de la entrega del premio a don Mario, unos dictadorzuelos de su partido se pasan el principio básico por la bolsa escrotal, también llamada forro de los cojones. No me mueve el deseo de venganza, sino solamente evitar que usted, don Alfredo, vaya por el mundo entregando premios a la libertad de expresión y alguien le pueda refrotar por las narices que deje de dar consejos a los demás y se ocupe de lo que sucede en su propio país. Sé que lo que pasa en Teruel, una provincia que apenas existe, le podrá parecer insignificante al señor ministro, pero me permito recordarle que muchos cánceres sociales se inician con un pequeño bulto que, si no es extirpado a tiempo, se reproduce a mayor velocidad que los conejos, y cuando se quieren tomar medidas, ya es demasiado tarde: la enfermedad ha invadido todo el tejido sano y no hay quimio ni radio terapias que lo solucionen.

Evaristo Torres Olivas