“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

sábado, 13 de noviembre de 2010

Burro grande ande o no ande

Tanto en este blog como en la edición digital del Diario de Teruel, he leído en estos días varios comentarios sobre el Merdedes de la clase E con el que se pasea don Vicente Guillén por las calles de Teruel. Yo no he visto el coche de don Vicente (ignoro si tiene uno) pero sí los BMW y Audi de otros correligionarios suyos del PSOE: alcaldes, presidentes de comarcas, parlamentarios; ya saben, esos personajes que hacen ostentación de su cargo porque tanto sus antecedentes académicos como laborales, en muchos casos, o no son presentables o son una hoja en blanco. No es necesario leerse los tochos de Semiología ni pedirle audiencia a Umberto Eco para saber que un coche no es solamente un coche o que no es lo mismo decir que te vas a jugar a los birlos que a tu club de golf. Eso lo saben perfectamente los publicitarios y los vendedores de humo. Baudrillard, un franchute muy listo, ya escribió que los bienes de consumo tienen un valor de signo o, lo que es lo mismo, que indican algo sobre su poseedor en el contexto de un sistema social. Lo primero que hacían los toreros cuando ganaban unas perras, era comprarse un Mercedes. Con ello querían mostrarle a la gente que habían abandonado el status de pobres y entraban en el club de los adinerados. El Mercedes es un signo de magnificencia exterior visible; también jactancia y vanagloria. Ostentación, en definitiva. La misma que exhiben los políticos ridículos. Con una diferencia: los toreros como el Cordobés u otros no engañaban a nadie: decían a sus madres que si triunfaban, además del Mercedes, les comprarían un piso o las vestirían de luto. Pero los políticos socialistas no arriesgan nada y su mensaje es que están en la política no para entrar en el club de los ricos sino para servir a la clase trabajadora. Y esa hipocresía es la que nos produce náuseas. Conducir un Mercedes y ser un dirigente del Partido Socialista Obrero Español es como ponerse a comer un bocadillo de jamón de Jabugo delante de unos niños etíopes muertos de hambre. Como sé que no están dispuestos a dejar de chulearse con su coche de “alta gama” delante de la ciudadanía, les sugiero que cambien el nombre de su partido y que pase a llamarse Partido Español. Hay signos que nos repugnan cuando se colocan juntos: socialista, obrero, Mercedes o azúcar, miel, mierda.

Evaristo Torres Olivas

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