“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 19 de julio de 2010

Tarugos

Leía hace unos días en un diario, una columna de opinión que ponía a caldo a nuestros políticos. Citaba el autor a Ortega, quien sostenía que la mediocridad de nuestros políticos se debía a la ausencia de los mejores. Y es cierto. En España tenemos grandes médicos, arquitectos brillantes y destacadas personalidades en muchas actividades. Salvo en la política. Los mejores huyen de la política. El porcentaje de tarugos en la política es muy superior al que se da en otras actividades. Y alguna explicación debe tener. Me voy a aventurar a proponer alguna. Tal vez sean los métodos de selección. Salvo que se fuera el yerno de Franco, los médicos no ascienden al estrellato si no tienen una dilatada trayectoria de éxitos, publicaciones, etc. Un abogado que pierde todos los juicios, permanece poco tiempo en el candelero. En política, de la noche a la mañana, se pasa del anonimato al estrellato sin saber cómo ni por qué. El médico se examina todos los días. El abogado de prestigio, también. El político puede permanecer 25 años en la brecha sin que nadie le exija nada ni tenga que demostrar nada. Repasen la trayectoria de nuestros dirigentes y traten de recordar alguna de sus actuaciones destacadas. El salario puede ser otra de las causas. Ganar cinco mil euros al mes como diputado o senador, tal vez no sea atractivo para un médico, un abogado o un economista de prestigio, pero para un oscuro funcionario, un maestro, un auxiliar administrativo o un empleado de Vodafone, es un chollo. Para ellos, supone un ascenso social y económico enorme. Pasan a engrosar las filas de los que viven de la política. El abogado, el médico, el ingeniero, el economista, puede retornar a la vida “civil” sin que disminuyan sus ingresos ni su prestigio. Para el político tarugo, volver a su puesto anterior, supone una ingente disminución de ingresos. De ahí que se aferren al cargo, de que sean tan manipulables y de que estén dispuestos a todo con tal de permanecer. Su actitud es comprensible. Pero lo que no es tan comprensible es que los ciudadanos no hagamos nada para remediarlo. Es una buena noticia para los políticos tarugos. Un desastre para el país.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 10/7/2010

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