“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 19 de julio de 2010

República

Algunos parece que se enteran ahora de que hubo y hay republicanos de derechas y de que la República no fue perfecta o de que en el bando republicano también se cometieron atrocidades. Ser republicano no proporciona un barniz ni consiste en una pócima que te proteja contra todas las maldades del ser humano. En el bando republicado hubo buena gente, mediocres, hijos de puta y asesinos. Lo mismo que en cualquier colectivo numeroso de personas. Pero esa constatación no debe ser justificación para pretender enterrar el pasado y olvidarse de todo. Algunos incluso llegan a afirmar que si hubiera ganado el otro bando, hubieran hecho lo mismo. Yo no lo sé, pero si sé que a las personas se las juzga por lo que han hecho o hacen y no por lo que uno cree que hubieran hecho o pueden hacer. Los ganadores de la guerra, durante, y lo que es peor, después de su finalización, siguieron torturando, matando y despreciando a los que la perdieron. Durante muchos años. A sus muertos los enterraron, homenajearon, canonizaron, beatificaron y santificaron. A los supervivientes, les adjudicaron estancos, porterías de fincas urbanas y alcaldías a dedo. A los perdedores que no torturaron, encarcelaron o asesinaron, los dejaron pudrirse en el silencio y en la vergüenza. Las pocas víctimas del franquismo que sobreviven y sus familiares, no piden venganza, no quieren que les pongan porterías ni estancos. Piden que se localice a sus muertos enterrados en cunetas y que se les dé una sepultura digna, la que elijan los familiares. Que se anulen los juicios sumarios a los que fueron sometidos. Y que el Estado democrático, el Parlamento nacional y todos los parlamentos autonómicos, condenen las atrocidades del franquismo y pidan perdón a las víctimas. Mientras eso no suceda, mientras se sigan poniendo excusas, se apele a leyes de amnistía, se recurra a expulsar jueces o a movilizar a las falanges y a las sucias manos limpias, en este país, nación, nación de naciones, berenjenal o melonar, no se cerrarán las heridas, seguiremos hablando de ellos y nosotros. Como decía Jaurés Sánchez en unas recientes jornadas sobre memoria histórica: “para que podamos perdonar, alguien nos tiene que pedir perdón”.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 11/7/2010

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