“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 2 de julio de 2010

Agüita colorá

Rectificar es de sabios. Hacerlo todos los días es de necios. Para que no me acusen de faltón, diré que esas palabras las ha pronunciado Felipe González, y proclaman las malas lenguas que iban dirigidas a su propio partido. Más explícito ha sido el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, al tildar al presidente del Gobierno de “nuevo rico ignorante”. Hace un tiempo, los insultos solamente le llegaban a nuestro presi de las filas del PP, pero ahora le llueven desde babor a estribor y de proa a popa. El presidente socialista de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ha pedido que reflexionemos sobre si algunos miembros del Gobierno tienen credibilidad en el exterior. Duran Lleida, portavoz de CiU en el Congreso, ha pedido la dimisión de Zapatero. Después de seis años de “mando” socialista, los mejunjes teñidos de “agüita colorá” progresista han demostrado que sólo servían para llenar hojas en los periódicos y anestesiar a los adeptos en los mítines. La diferencia entre el PSOE y el PP está en que los “socialistas” envuelven su discurso con una capa delgada de rojerío para ver si cuela. El presidente ha demostrado ser un líder de diseño, una marca detrás de la que no hay nada, como aquellos “cantantes”, Milli Vanilli, que resultaron ser una engañifa. Zapatero no ha sido ni un brillante abogado, ni un renombrado profesor, ni un exitoso gestor, ni un buen parlamentario. Hasta que no fue nombrado presidente del Gobierno, en nada triunfó y en nada fracasó, porque nada hizo. Ni tenía experiencia en la empresa privada ni en la gestión pública, no había sido dirigente de la patronal y tampoco de los sindicatos. Ni chicha ni limonada. Todo ha sido un enorme bluf basado en una imagen, una ceja, una alianza de civilizaciones y un talante. Pero la culpa no es de Zapatero. La responsabilidad es de un partido que elige a Zapatero y de una sociedad que vota a Zapatero. La culpa es de un sistema que vende productos inservibles con argumentos superficiales. Un sistema que nos enjareta belenes esteban, milis vanilis y zapateros como si fueran los productos más conseguidos de la investigación, el desarrollo y la innovación, el I más D más i. I+D+i=0. Pelotero, patatero o zapatero. Agüita colorá.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 2/7/2010

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