“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

domingo, 14 de marzo de 2010

Por mis muertos

No me acostumbro a su presencia. Me pongo enfermo cuando los veo. No se les cae la cara de vergüenza sino que creen que su participación es imprescindible. Me refiero a la políticos ignaros que se empeñan es dirigirnos la palabra en todo tipo de actos públicos, ocupando además los puestos centrales del estrado. Les juro por el brazo incorrupto de santa Teresa que he visto y oído a políticos que no sabrían distinguir un Picasso de un vómito de borracho, inaugurar exposiciones en el Museo Provincial. Les juro por el Santo Prepucio que he visto y oído a políticos que no han leído un libro desde que aprendieron a leer en el Mi mamá me mima, presentar la obra de escritores y poetas en el salón de actos de la Subdelegación del Gobierno. Les juro por el misterio de la Sábana Santa que he leído, visto y oído a políticos de nuestra provincia en los periódicos, las televisiones y las radios, pontificar sobre asuntos de los que no tienen ni repajolera idea. Están tan pagados de sí mismos que son incapaces de darse cuenta de que al público que asiste a esos actos, sólo le interesa lo que diga el pintor, el comisario de la exposición, el autor del libro o un experto en su obra. Los tontos del bote y las tontas de la bota que se obstinan en largar siempre las mismas sandeces una y otra vez, lo único que consiguen es cabrear al personal. El público no entiende que para presentar un libro o una exposición tengan que intervenir cuatro representantes de las instituciones. Si no son expertos en la materia, el mayor homenaje que le pueden hacer al pintor o al escritor es quedarse calladitos y participar como un oyente más, en el patio de butacas y sin exigir que se les reserven las primeras filas. A los políticos los elegimos para que gestionen la cosa pública, no para que se pongan a hablar de asuntos de los que ignoran todo, ni para que asistan a eventos y comilonas en los mejores restaurantes de la ciudad a cargo de los dineros públicos. Les juro por mis muertos más recientes, que cada vez que los veo ocupar un sitio que no les corresponde, se me revuelven los mondongos. Que me perdonen los buenos políticos, que los hay, y cuando hablan lo hacen con criterio y conocimiento de causa. Pero son la excepción. El resto no interesan una mierda.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 14/3/2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sigue usted metiendo el dedo en la llaga, lo cual es fantástico, de los políticos. La verdad es que chascarrillos sobre nuestros representantes hay por todos los lugares y de todo tipo, algunos hilarantes y otros, desgraciadamente, tristes. Ahora bien, toca usted un tema interesante: los actos culturales en nuestra ciudad. ¡Cuántas veces hemos soportado la chapa-monserga(o, simplemente, no hemos asistido a inauguraciones o actos varios por el pregón previo) que metía el político de turno! Entiendo que muchos actos tienen el patrocinio de instituciones públicas, pero no del político, quien se cree metamorfoseado en mecenas moderno, y es entonces cuando el desvarío lingüístico y la promesa huera llegan a su máximo esplendor.
Lo mejor es que entre un político que se acerca al artista, escritor o figura pública de turno y uno de esos aficionados locos que siguen al amigo de Bono (Ronaldo) u otras figuras de renombre para hacerse la foto, decía, la diferencia es mínima y la imagen (cual "caza-autógrafos") bochornosa.
Felicidades, don Evaristo.