“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

domingo, 10 de enero de 2010

Te quiero un huevo

Eso le dijo Camps al Bigotes en una conversación telefónica. Bigotes, te quiero un huevo. Me imagino la escena. Después de hablar de qué me pongo, con quién ceno y dónde esquiaré este invierno, se ponen a contar sus confidencias, o sea. De fondo, un cedé de Julio Iglesias; en la mano una copa de champán brut nature. Seguro que intercalan en la conversación algún te lo juro por la cobertura de mi móvil y varios no me lo puedo creer tío, es supermegafuerte, qué me dices porfa-plis. Y el Rajoy mientras tanto calculando la subida de los chuches. Somos el descojone. Tienen suerte estos merluzos de que en España se lee poco y se ve mucha telemierda. Estamos acostumbrados a tanta bazofia durante tantos años que ya no nos molesta ni el olor a mierda. Ganen unos o ganen otros, es igual, el circo sigue. Ya se encargan los periodistas de trinchera de reconducir al rebaño. Gürtel es otra palabra más a añadir al diccionario de la corrupción. Se mire por donde se mire el choriceo está presente. A diestra, a siniestra, en el centro y en la periferia. El sistema está montado de tal manera que el que no trinca es un tonto de capirote. Trincan en los ayuntamientos, en las diputaciones, en los museos y en los palacios de la música. Mercan bugas de alta gama, pelucos que cuestan un huevo, chabolos de quinientos metros con vistas a la mar salada y declaran unos ingresos de doscientos euros por lustro. Les regalan bolsos Louis Vuitton Moët Chandon y trajes a medida que les cose José Tomás, que no es torero sino sastre de la cuadrilla del El Bigotes. Pimplan y papean de gañote. Colocan a hermanos, primos, parientes y parientas en puestos de “confianza” aunque su tarea consista en sacarle lustre al Audi oficial o regar los geranios de plástico del sótano. Y cuando los descubren, se dan el queo y se come el marrón el más tonto, Borja Mari. Para eso lo eligieron al divino de la muerte, para que diga yo no he sido, jo y se eche a llorar como un gilipollas. Pasarán unos meses y volverán las oscuras golondrinas a mangar, las cajas de caudales a vaciar, de caviar los estómagos a llenar, pero las pelas que trincaron, esas, no volverán. Jo, tío, muy fuerte, o sea.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Enviado DdT 16/10/2009 NO PUBLICADO

No hay comentarios: