“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

domingo, 10 de enero de 2010

Magia potagia

Hoy les voy a hablar del truco del almendruco. Consiste en darnos algo con una mano y quitárnoslo con la otra. O escribir en letras gordas que nos regalan el oro y el moro y en el mismo papel, en la parte de atrás, y en letra tamaño cagada de mosca, exigirnos que para que nos lo den les tenemos que entregar nosotros algo que cuesta tres veces más. No hace falta que insista en esto, a todos nos “regalan” todos los días coches, teléfonos móviles y sueldos vitalicios. Un engañabobos, vamos. Pero no solamente practican este arte del trile cuatro sinvergüenzas. Nuestra Constitución hace lo mismo. Veamos un artículo cualquiera, el 47 por ejemplo: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”. Primero me van a permitir descojonarme con lo de “impedir la especulación”. Ja, ja y ja. Segundo, intenten pedir a los poderes públicos su parte de de la plusvalía y verán cómo el funcionario que les atiende se revuelca por el suelo de la risa que le entra. Tercero: usted que vive en una infravivienda, denuncie al Estado por no concederle lo que en derecho le corresponde: disfrutar de una vivienda digna y adecuada. No tardarán ni diez segundos en recriminarle que usted es un egoísta que sólo lee lo que le interesa. Añadirá el funcionario que si se hubiera usted molestado en ojear unos cuantos artículos más y pasar del 47 al 53.3, se habría enterado de que: “El reconocimiento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo III—y el 47 está en el Capítulo III— sólo podrán ser alegados ante la Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las Leyes que los desarrollen”. Y no se le ocurra preguntar cuándo va a aprobarse la ley que desarrolle lo de la vivienda porque lo más seguro es que el funcionario se ponga a silbarle el bolero ese que dice que pasarán más de mil años, muchos más. El truco del almendruco.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Enviado DdT 30/10/2009 NO PUBLICADO

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