La importancia del nombre

En la reciente entrega de premios Nobel alternativos, ha sido premiado el trabajo de dos británicos, Catherine Douglas y Peter Rowlinson, por demostrar que las vacas que tienen nombre propio producen más leche que las que no lo tienen. He hablado con un experto en vacas, un amigo gallego que tiene contactos en el Servizo de Producions Gandeiras y me ha confirmado que lo que estos británicos cachondos han demostrado científicamente, en Galicia se conoce empíricamente desde los tiempos del rey Ordoño. También me informa de que, según los registros veterinarios, los nombres más comunes, y que hacen producir más leche a las que lo llevan, son Paloma y Linda. Hace unos años, para ver si trincaban alguna subvención, algunos ganaderos bautizaban a sus vacas con nombres de políticos pero pronto se dieron cuenta de que las Fragas, Quintanas y Touriñas lo único que producían era muy mala leche. Las modas también influyen en los nombres que se les ponen a las terneras. Hubo una época en la que era muy frecuente llamarlas Sue Ellen. Ahora se lleva más Chenoa o Letizia. También se está empezando a ponerles apellidos y así podemos encontrar a novillas que se llaman Angelina Jolie de Pitt o Georgina Clooney. Es todavía pronto para sacar conclusiones y ver cómo influyen estos nuevos nombres en la producción láctea, tanto en cantidad como en calidad. No hay estudios, o al menos yo no los conozco, que traten de la influencia que tiene el nombre en el comportamiento de otras especies. Solamente puedo decir que tuve un perro de segunda mano, un caniche con pedigrí, cartilla con árbol genealógico y todo el belén, que se llamaba Máximo de la Zarzosa y de Hinojosa. Se negaba a comer bolas de perro y sólo le gustaban la paleta de jamón cocida y los yogures griegos. No se tumbaba en ninguna toalla que no fuera Lacoste o Tommy Hilfiger. Un pijo de cuidado. Urge un estudio en humanos para determinar si los nombres que les pongamos a nuestros hijos los convertirán en hombres y mujeres de provecho o en unos perfectos gilipollas, con mala leche y camisetas de la marca del ardacho o fardacho.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

DdT 4/10/2009