Me gusta pasear por la playa, al atardecer, cuando no hay gente. No me gusta bañarme, solamente remangarme los pantalones y meter los pies descalzos en el agua. Hace unos días me sucedió algo que me ha hecho cambiar mi forma de pensar. Salí del agua y me senté en el banco para limpiarme la arena de los pies antes de ponerme los zapatos. Al pasar la mano por el empeine, el pie derecho se desprendió del resto del cuerpo, dos centímetros por encima del tobillo. Aproveché para sacudir cuidadosamente la arena antes de depositarlo sobre el banco. La curiosidad me llevó a introducir un dedo por el extremo de la pierna; estaba hueco pero al pasar el índice por las paredes palpé algo. Lo extraje cuidadosamente. Era un pergamino enrollado y atado con una cinta roja. Lo desenrollé cuidadosamente y comencé a leer. Allí figuraban mi nombre, el lugar y la fecha de mi nacimiento; a continuación, en orden cronológico, aparecían los sucesos que habían marcado mi vida. Así, en el año 1955, se podía leer: nace a las 5:32 de la madrugada. Pesa 3 kilos. Padece insuficiencia cardiaca. Sobrevivirá. También había fotos, como aquella de la Primera Comunión o la de la boda en la que pongo cara de imbécil. En los años 85 y 87 destacaban el nacimiento de mis hijas y en 93, el accidente de coche con una fotografía del Opel Ascona plegado como un acordeón. Incluso quedaban reflejados mis fracasos en el curso de baile y el abandono de las clases de solfeo y flauta. También estaban anotados el comienzo de mis colaboraciones en el Diario de Teruel y los comentarios negativos de un tal Biel, de Montalbán. La muerte de mi madre y el asunto de las luces del Torico eran los hitos más destacables del 2008. Seguí leyendo y me detuve en agosto de 2009. No quise darle la vuelta al documento y saber cómo terminaba la historia. Enrollé de nuevo el pergamino, anudé la cinta y lo volví a colocar dentro de la pierna. Terminé de limpiar el pie que seguía en el banco, lo alojé en su sitio, click, me puse los calcetines y a continuación los zapatos, atando cuidadosamente los cordones, y me dirigí al coche para regresar a Villarquemado.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
DdT 28/8/2009
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