“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 28 de noviembre de 2008

Un cuento chino

El ser humano es un pedazo de cabrón. Un mal bicho. Sólo se mueve por el interés te quiero Andrés y por la guita te amo Paquita. Pero lejos de ser una desgracia, este aparente defecto es una bendición. No hay que hacer nada, ni educar en valores que no sean los de la Bolsa, ni en solidaridad, ni en otras chuminadas. Tampoco interesa que los gobiernos democráticos jodan la marrana con leyes que entorpezcan nuestro instinto depredador. Convertimos los defectos en virtudes con la ayuda de un ente llamado mano invisible. Siendo unos egoístas de cojones, en realidad lo que estamos haciendo es ayudar a los demás. Lo mismo que la bosta del caballo bien alimentado sirve para que coman los pajarillos, de las sobras del capitalista vivimos los demás. Cuanto más gordo y reluciente sea el rico, mejor será la calidad y cantidad de sus excrementos y más sustanciosa la dieta de los pobres. La mano invisible ejerce su autoridad sobre otro ente invisible llamado mercado. El mercado lo es todo. En él todo se compra y se vende, casas, coches, bicicletas, libros, melones, tiburones en formol y mierda de artista. Incluso se venden cosas que no existen y a las que llamamos futuros y otras que son una simple anotación en un papel. Las cosas no tienen precio fijo: el precio es el que cada uno está dispuesto a pagar en cada momento. Como somos tan avaros, también podemos comprar algo que no necesitamos. Una segunda vivienda, por ejemplo. Tenemos unos eurillos y queremos especular, perdón, invertir. Puesto que la vivienda sube, sube y sube, el plan es el siguiente: damos una entrada, pedimos un préstamo hipotecario y dentro de tres años, lo que nos costó 3, lo vendemos por 6, haciendo un negocio redondo. La economía crece, crece y crece y los precios de las casas suben, suben y suben. No puede fallar. Nos forramos, seguro. Y cuando se lo contemos a la gente, nos dirán que somos un emprendedores y que contribuimos a la industria de la construcción, a crear puestos de trabajo, a aumentar el PIB de nuestro país y a financiar a los pobrecitos ayuntamientos que necesitan perras para darnos mejores servicios y, en ocasiones, para pagar las comisiones de políticos honrados, muy trabajadores y mal pagados. Unos patriotas, vamos. La mano invisible nos guía y protege. Es nuestro ángel de la guarda.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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