“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 28 de noviembre de 2008

Torito Bravo

Todo parece indicar que el próximo día 4, Obama ganará las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. El primer presidente no blanco de la historia de ese país. Claro, que negro negro, tampoco es. Barack es negro a medias. Fifty fifty. Los norteamericanos, que son muy teatreros, llorarán, agitarán banderas de barras y estrellas, desfilarán con bandas de trompeteros y tromboneros y el Obama pronunciará un discurso patriotero. Un discurso que siempre acaba igual en ese país de buenos oradores: “que Dios os bendiga y que Dios bendiga a América”.
El verdadero cambio, en mi opinión, se producirá cuando el presidente de EE.UU. se llame Torito Bravo o Flor Silvestre y sea descendiente del Gran Jefe Sioux Toro Sentado, el mismo que les untó el morro a los del Séptimo de Caballería comandados por el peliculero Custer. Torito Bravo, en su discurso, les hablaría de la Madre Tierra, del Hermano Sol y del Bisabuelo Río. Nada cambiará mientras los que mandan se sientan respaldados por un Dios vengativo que sólo los bendice a ellos, a sus misiles, sus tanques y su capitalismo salvaje. Lo que necesita el Imperio del Mal es un líder con pluma noble, discípulo del Jefe Seattle, el que le envío una carta al entonces presi rostro pálido y le dijo cosas como estas:” Pero, ¿cómo podéis comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esta idea nos resulta extraña. Ni el frescor del aire ni el brillo del agua son nuestros. ¿Cómo podrían ser comprados?”. ¡Jao!

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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