“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Titulitis

Muchos años en departamentos de personal, de recursos humanos, de relaciones laborales, de capital humano, social o cualquier otra denominación que se le quiera dar, según lo moderna, posmoderna o pijotera que quiera ser la empresa, me hacen levantar una ceja al estilo zapateril, cada vez que tropiezo con algunas palabras, conceptos o afirmaciones. Tal ha sido el caso cuando he leído el artículo, Titulaciones, de don Carlos Hué, publicado en el Diario de Teruel el día 9 de junio. Habla de competencias transversales, de estilos de liderazgo, de dirección por proyectos o por objetivos, del trabajo en equipo, del “case study” de Harvard, y otros muchos conceptos, que parecen esconder grandes misterios cuando, la mayoría de las veces, se trata de obviedades que han existido toda la vida y que por influencia de los norteamericanos, de sus famosas Business Schools, hemos introducido en nuestras empresas, en los despachos de consultores y asesores de todo tipo, en los gabinetes de selección y en nuestras universidades. El trabajo en equipo se conoce desde que el hombre prehistórico tenía que cazar un mamut y le decía al de la cueva de al lado, échame una mano, primo, que este bicho es muy grande para uno solo. Lo mismo sucede con el método del caso, cuando los generales de la Antigüedad analizaban las batallas en las que los suyos u otros habían ganado o perdido y extraían lecciones. Lo de las competencias es otra manera de llamar a lo que toda la vida se ha conocido como destacar en algo: esta hija mía es un cero a la izquierda para hacer un dibujo, pero si le pones una ristra de cuentas para sumar, restar y dividir, no se equivoca nunca. Por supuesto que las aptitudes naturales se pueden entrenar y desarrollar, pero desde la más tierna infancia. Cuando se llega a la Universidad, ya es un poco tarde para aprender a trabajar en equipo, a ser responsable o a cambiar de un estilo de liderazgo dictatorial a otro democrático. A la pregunta del señor Hué de si “contrataría a un excelente arquitecto pero que fuera un irresponsable, es decir, que no hubiera adquirido en su título de grado la competencia transversal de la responsabilidad”, le contestaré de la siguiente manera: un arquitecto no puede ser a la vez excelente e irresponsable. O es excelente o es irresponsable; y si es irresponsable, no es un buen arquitecto. Toda la vida hemos tenido arquitectos, médicos, profesores o mecánicos que no habían adquirido en su título de grado ninguna competencia transversal y sin embargo son, en su mayoría, excelentes profesionales. Y se dan casos de profesionales con diplomas de “prestigiosas” y caras escuelas de negocios, que por mucho que certifiquen que son competentes en algo, son unos incompetentes en todo, se mire del derecho, del revés o transversalmente. En lo que si coincido con el profesor Hué es en que deben aumentar las horas de “manos a la obra” y fomentar la investigación desde los primeros cursos. Pero eso también, lo del maestro y el aprendiz, lo de que el movimiento se demuestra andando, data de los tiempos en que los hombres eran unos “barbaros”, se subían a los “arboles” y se comían a los “pajaros”. No hay nada nuevo bajo el sol.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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