Para llegar a ser algo en política, hay que tener un rancho. Bush, a sus amigos los llevaba al suyo de Tejas para engatusarlos. Les dejaba poner las patas encima de la mesa, les invitaba a costillas a la barbacoa y después les convencía de que Sadam tenía unas armas de destrucción más iva, es decir una armas por las que había que pagar unos impuestos muy elevados, como hemos podido comprobar desde que se inició el fregado de Irak. Hoy he leído en el periódico que el nuevo candidato republicano, McCain, ha convocado en su rancho de Arizona a un grupo de senadores; y me he puesto a temblar. Seguro que de ahí sale algo chungo. Aquí, afortunadamente no tenemos ranchos, salvo en Andalucía que los llaman cortijos, pero no me consta que Chaves tenga uno. En Teruel, lo más parecido son las masadas y hay muchas abandonadas. Espero que a ninguno de nuestros mandatarios se le ocurra comprarse una para celebrar reuniones políticas. Lo digo porque en la campaña de las pasadas elecciones, vi una foto en el Diario de Teruel de un grupo de dirigentes del PP celebrando una capea. Cambiar la corbata por el capote de brega, ponerse ciego de chuleticas y de morapio sólo puede traer malos rollos. Yo aviso con tiempo a los políticos incautos: no vayáis a una reunión política a una masada. Os joderán.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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