Yo tuve un jefe con principios. Una vez le pedí aumento de sueldo. Te entiendo perfectamente, respondió; si no estás contento, ahí está la puerta, añadió. También me regaló un consejo: si quieres tener amigos, te compras un perro. Bernardini se apellidaba mi jefe. De esto hace muchos años y seguro que a estas horas, ya estará criando malvas; y tal vez lo hayan hecho santo: San Bernardini, como el perro que quería que me comprara. Un libro también puede ser un amigo. Lo dice Marx, Groucho, autor de “Memorias de un amante sarnoso”, obra Capital para entender el mundo: “Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer”. ¿Y a que viene todo esto? Pues a que leyendo el faldón del sábado de Toni Losantos, solidarizándose con Valentín Villagrasa, me brotaron lágrimas como puños envueltos en guantes de boxeo. Guardé un minuto de silencio por Valentín, apagando las luces, encendiendo el mechero Bic naranja escribe fino, Bic cristal escribe normal, y entonando mentalmente la canción de Lluis Llach, La estaca, que es lo que más a mano tenía. Me gusta la aproximación marxista de Valentín para analizar la realidad, ese método dialéctico humorístico que permite decir, citando al maestro, que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados”. “La pluma es la lengua de la mente”. Viene en El Quijote, el Cossío de los que no nos gustan los toros, “una olla de más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados”.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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