“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Ni campaña, ni acoso:libertad de expresión

No comparto la opinión de don José Antonio Virto, publicada en el Diario de Teruel del pasado día 7 de junio (Campaña de acoso contra Pizarro). Yo no he percibido campaña ninguna de difamación contra nuestro paisano Pizarro. Difamar es lo que hace la Cope todos los días, con el Fede repartiendo mamporros a diestra y a siniestra. Cuando se dice la verdad, no se difama. Nadie tiene derecho a inmiscuirse en la vida privada de los demás, pero si en la pública. El abuelo de Pizarro pudo ser un buen padre y un abuelo cariñoso; pero también fue un militar franquista. El padre de Pizarro seguramente fue un buen progenitor y un excelente farmacéutico; pero también un político franquista. Yo nunca le he escuchado a Manuel Pizarro una sola crítica a la actividad pública de sus allegados. Uno no elige a sus familiares, y a nadie se le debe juzgar por las actuaciones de otros. Pero si uno se lanza a la arena pública en una democracia, debe dejar clara su postura, debe tomar partido a favor de unas ideas y desmarcarse de otras no democráticas, aunque esas otras sean las que defendían unos familiares queridos. Ahí está el ejemplo de don Nicolás Sartorius Álvarez de las Asturias o de Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, la duquesa roja. Uno debe cargar con el lastre de su pasado y de sus antepasados, beneficiarse de unas cosas y apechugar con otras. Esas son las reglas de juego en una sociedad democrática con libertad de expresión.
Las críticas que ha recibido don Manuel Pizarro, desde que decidió presentarse a las elecciones, no han sido peores a las recibidas por otros candidatos. Los oponentes han utilizado todos los argumentos a su alcance para hacer aflorar las contradicciones del rival. Ha salido todo: los familiares de Pizarro, su suculenta indemnización en Endesa, el abuelo masón de Zp, el padre guardia civil de Carod, el abuelo nacionalista de Rajoy. De todo ello se beneficia el elector, que escucha a unos y a otros y valora todos los datos y hechos que se le presentan antes de depositar su voto en la urna.
También se ha criticado a Pizarro por su mala actuación en los debates con Solbes. En mi opinión, esas críticas fueron acertadas. Yo he escuchado a Pizarro en otros foros y es más brillante que lo que reflejó en la tele. Pizarro no domina el escenario televisivo, seguramente le asesoraron mal, le lanzaron al ruedo sin tiempo y sin preparación para enfrentarse a un oponente curtido en mil batallas. Se podrán buscar excusas pero los hechos son los que son: el Potro de Teruel fue noqueado por el Bisojo de Alicante.
Finalmente, don José Antonio, seguramente movido por el aprecio al amigo, le hace un flaco favor al referir como un acto de generosidad y de bonhomía que permita que le llamen Manolo. Sólo le ha faltado añadir que Manolo es tan humilde que pudiendo haber nacido en Nueva York o París, eligió Teruel. Esos argumentos resultan graciosos en un círculo de amigos, pero carecen de relevancia en un foro público. Su artículo será muy bien recibido por Manolo y sus familiares. Se lo agradecerán.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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