“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Lázaro Polo, cara de bolo

Profesor, periodista, escritor, crítico literario, ex concejal de cultura, ex miembro de consejos asesores de radios y televisiones. Ese es don Francisco Lázaro Polo, colaborador habitual del Diario de Teruel. Es un honor para mí que tan docto personaje me dedicara una de sus barderas el pasado domingo. Y más aún considerando que yo no conozco a don Francisco ni él a mí. Que me llame El oráculo de Villarhermosa de las Tres Torres es algo que no olvidaré. Tiene don Francisco una mente analítica y un fino olfato de periodista de investigación. Seguro que ha consultado varias fuentes fidedignas para afirmar que soy un “bobo ocioso, que tiene intuiciones de genio y reflexiones de imbécil”. Largas horas ha debido dedicar a la investigación para llegar a la “plena convicción” de que soy un “indiano pagado de sí mismo y ahíto de soberbia, militante fanático de esa infernal turba nutrida por peligrosos activistas, obsesionados con enseñar a los ciudadanos la libertad a golpe de latigazos”. Para mi gusto, le faltan a su diagnóstico las palabras contubernio judeomasónico y enemigo de España, pero lo compensa ampliamente regalándome estas hermosas flores: “erudito que siempre sabe dónde va porque no va a ninguna parte”. Me asombra la sagacidad de don Francisco al descubrir mis intenciones: “suplicar ansioso una columna en este Diario que le proporcione alguna palmadita de sus paisanos”. Efectivamente, el director de este Diario le podrá informar de que mis llamadas son constantes, de que me arrodillo ante él, suplicándole la concesión de una columna, aunque sea pagando de mi bolsillo la tinta y el papel. Sus narinas de perro pachón y su intuición, don Francisco, no le impiden conservar la inocencia infantil al recordarme lo de “Evaristo que te han visto”. Gracias, Lázaro Polo, cara de bolo. Gracias Paco, mi semejante, mi hermano por dejarte la hiel en reproducir tan fielmente mi semblanza. Por mi parte, y en agradecimiento a tu generosidad, prometo recortar tu faldón y colocarlo en un lugar destacado de mi humilde morada: junto al portarrollos del papel que anunciaba el perrito de Scotex. Para los apretones.

Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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