¡Coño, qué manía le tiene don Francisco Lázaro Polo a José Antonio Labordeta! Por lo visto, los cantautores progres deben dedicarse a ir de pordioseros durante toda la vida, de pringaos con flauta y perro haciendo el chorras en las plazas de los pueblos y ciudades. No pueden presentarse en una lista electoral y ser elegidos por los ciudadanos. No señor, eso está reservado para los pijos y pijas, los niños bien y los que no han dado palo al agua en toda su vida. Según don Francisco, el progre no tiene derecho a “progresar”, ni a ir a las televisiones ni opinar de nada. Su destino es ahogarse en su propia mierda. Y hablando de progres, el Fede Jiménez Losantos también lo era y ahora que trinca del pesebre de Belén de la Conferencia Episcopal presidida por un tal Blázquez, al señor Lázaro no le merece ningún reproche. Ni tampoco le merecen comentario ninguno los dulces trinos de García-Gasco, Rouco y Cañizares o del obispo de Tenerife. Esos sí que han dado el cante. Se atreven a vaticinar (o “vaticanizar”) que la democracia está en peligro, ellos que pertenecen a la institución más antidemocrática que imaginarse pueda. Le aconsejo a don Francisco Lázaro que vaya a la farmacia más cercana y se compre pastillicas de regaliz, las juanola, esas que refrescan la bocaza y aclaran la vocina ( o bocina). Falta le hacen.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado.
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