Los tiempos cambian que es una barbaridad. Hace unos años a las pastorcillas y pastorcillos se les aparecía la Virgen en una cueva o en la copa de un árbol. Ahora lo que se aparece es un par de zapatillas colgadas de los cables de la luz. Le sucede a Toni Losantos. Ya lleva dos Metros dedicadas al asunto. No sé muy bien cómo explicar ese fenómeno. Varias son las conjeturas que se me ocurren. Pudiera ser que a Toni, siendo un infante, no le compraran unas adidas o unas chirucas, y ese trauma infantil no resuelto, le produzca alucinaciones que le hacen ver zapatillas donde no las hay. Otra posible interpretación estaría relacionada con la llamada visión selectiva: uno ve lo que quiere ver y prescinde de lo que no le interesa. A mí me sucede con algunas personas; entro en una sala llena de gente y sólo me fijo en dos o tres. El resto como si no estuvieran o no existieran. Seguro que hay miles de cosas colgadas por todas partes, pero Toni sólo se fija en lo que le interesa: las zapatillas. También cabría pensar que se trata de un comportamiento antisocial: al igual que hay perros que se mean en las esquinas para marcar su territorio, ciertos animales bípedos se empeñan en marcar su territorio meándose en las tapias, embadurnando las paredes con su cochambre o colgando unas zapatillas en las farolas o en los cables eléctricos. Y la última interpretación que se me ocurre tendría que ver con el fetichismo. Vamos, que a Toni le ponen las zapatillas. Yo también tengo mis parafilias pero no es tanta la confianza con ustedes como para ponerme a contarlas aquí.
Creo que tanto Toni como yo necesitamos que nos examine un especialista: a él el podólogo y a mí el psiquiatra.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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