“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 28 de noviembre de 2008

De ratas y de hombres

Lo decía Groucho: “Si alguien plantase políticos en los campos de América, ya no haría falta abonarlos con estiércol”. Me voy a permitir la osadía de corregir a Groucho. En primer lugar, no solamente incluiría a los Estados Unidos sino a todo el orbe. En segundo lugar, no lo aplicaría exclusivamente a los políticos sino que lo haría extensivo a banqueros, especuladores, empresarios. Finalmente, haría algunas excepciones, muy pocas, en cada uno de esos grupos, menos en el de los especuladores: admito que pueda haber un banquero responsable, un par de empresarios honestos y una terna de políticos honrados. Ni uno más estoy dispuesto a conceder.
Hace nada, esto era el paraíso: una economía boyante, duros a peseta, bacanales del ladrillo, cruceros por el Nilo, super nanny sin papeles para cuidar a los niños y colonias en Irlanda para chamullar lo de my taylor is rich y my mother is in the kitchen ( por cierto, nuestra ministra de igualdad no debe de tener ni repajolera idea de inglés; de lo contrario ya habría multado a los autores de los libros de inglés por sexistas: el hombre sastre y la mujer en la cocina. ¡Habrase visto!). Nuestro PIB crecía más que ninguno, se generaba más empleo que en cualquier otra parte. Todos se ponían las medallas: los de la oposición, diciendo que los del gobierno recogían los frutos de lo que ellos habían sembrado. Los que mandan, sacando pecho por lo que ellos llamaban “una gestión seria y eficaz”. Se pavoneaban de tener las arcas públicas a rebosar.
En cuatro días se ha ido todo a la mierda. A mamarla a Parla. Ahora todos tienen explicaciones para lo que no supieron ver hace dos días. Cuando las reservas se han ido a tomar por el culo y el Inem se ha llenado de miles de nuevos socios, se dice que la culpa es de las subprime, el credit crunch, el chichi de la Bernarda o la flauta de Bartolo.
Y en el país de las hamburguesas, de los predicadores, de las felaciones en la Casa Blanca, del día del pavo, de McCain, Obama, Bush y Condoleezza Rice, a los especuladores de Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers, Merril Lynch, etc. en lugar de meterlos en el trullo o colgarlos de las pelotas, se les premia con suculentas indemnizaciones y el Estado, con el dinero de los ciudadanos, a blanquear la estafa. Dan ganas de echarse al monte, rediós.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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