Gregorio Ordoñez, Fernando Buesa o Adolfo Suárez. No importa el partido. Da igual. Con los muertos y con los que ya no están capacitados para responder, algunos nos venden andosca por lechal. Ponen en su boca palabras que ellos ya no podrán pronunciar, desgraciadamente. Un ejemplo reciente: la carta al director publicada en el Diario de Teruel el pasado lunes 21 de julio y firmada por don Jesús Salamanca. En un ejercicio de política ficción, de Ouija, psicomagia, chamanismo, gnosticismo, Nueva Era o tener un morro que se lo pisa, el autor es capaz de adivinar qué diría y haría Gregorio Ordoñez, trece años después de ser asesinado por ETA. Es tal la seguridad de don Jesús, que lamenta que no esté vivo Gregorio Ordóñez para “no sólo dignificar a su partido de tanto miserable, sino también para correr a gorrazos a tanto cobarde como tira la piedra y esconde la mano sin saber el daño que hace”. Esta utilización de los muertos me parece indecente. A los muertos hay que juzgarlos por lo que hicieron o dijeron en vida y dejarse de conjeturas sin ningún fundamento. El mismo que si yo asegurara que al leer la carta del señor Salamanca, Gregorio Ordoñez diría: “¿Por qué no te callas?”.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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