“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

¡Abajo la inteligencia!

Hay críticas que al criticado le pueden hacer reflexionar, sonreír, babear por el colmillo o empuñar la pluma para responder al fuego de palabras. Lo normal. Es el precio a pagar por sumergirse en el rio revuelto de las ideas y las opiniones. Si fuera pusilánime, blandengue o pobre de espíritu, me abstendría de nadar en este fango y me dedicaría al macramé, los paseos en barca o la helicicultura. Pero me va el puenting y el rafting de la opinión, aunque sea como aficionado; sé los riesgos que corro y para los raids me equipo con casco e impermeable anti salpicaduras. Arriesgado pero no suicida.
Sin embargo, hay un tipo de crítica, para la que no existe protección, que me sumerge en una profunda tristeza. Una lectora anónima, que no es precisamente una fan, vierte su hiel en Internet diciendo: “estoy cansada de leer la prensa y las tonterias que dice a mi las exposiciones de centelles me dan igual y de sus viaje”. El de las tonterías soy yo, centelles es Centelles y “de sus viaje” no sé a qué se refiere. Confieso que esta manifestación impúdica de ignorancia me hunde en la miseria. Despreciar de esa manera la magnífica exposición de Agustí Centelles, despreciar a uno de los grandes del fotoperiodismo, Premio Nacional de Fotografía, que nos ha legado alguna de las escasas fotografías existentes sobre la Batalla de Teruel, cuyo setenta aniversario se celebra este año, me deja para el arrastre. En lugar de felicitar a la Diputación Provincial, al Museo Provincial, a la Cámara de Comercio e Industria, a la Escuela de Arte, al Comisario Miquel Berga, y a todos aquellos que han hecho posible que una exposición de esta categoría se muestre en Teruel, la lectora, creyendo que me ataca a mí, exhibe su ignorancia sin ningún pudor. Sus vergüenzas. A pelo. Para llorar.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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