“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

viernes, 28 de noviembre de 2008

La ministra madre

Rara vez pienso en lo que dirá el lector de este Diario cuando me pongo a escribir. El lector es una abstracción, como lo es el pueblo o el ciudadano. No existe el pueblo o el lector, sino ciudadanos y lectores; individuos. Solamente hay un tema en el que antes de ponerme a escribir me lo pienso siete veces: cuando tengo que criticar a una mujer en el ejercicio de su actividad profesional. Es tal la presión de lo políticamente correcto de los cojones, que si un hombre se arriesga a lanzar el más leve comentario negativo, le llueven más hostias que granizo en tormenta de verano. Empiezan por llamarte machista y acaban con troglodita cavernícola.
Por ese motivo tomo mis precauciones. Y una de ellas es esperar a que sea una mujer la que inicie la crítica a otra mujer. Eso es lo que ha sucedido con la ministra Chacón. Hace unas semanas, el siete de septiembre, la revista El País Semanal, le dedicaba la portada y una larga entrevista a nuestra ministra de Defensa. A mí me pareció un panfleto pero por los motivos expuestos, no me atreví a decir nada. Pero esta semana, una mujer, la escritora Najat El Hachmi, en una columna de El Dominical titulada “Chaconeando”, se atreve a escribir lo que muchos pensamos. Qué razón tiene cuando afirma que “la más mínima insurrección contra la imposición de la supermamá Chacón puede ser tachada de retrógrada y vete a saber si anticonstitucional”. Una ministra que tiene un pisito y una superterraza en su lugar de trabajo, que dispone de ingresos suficientes para tener el personal de servicio que precise, que no tiene que hacer cola en la fila del pediatra, no puede ponerse de ejemplo ni de supermamá ni de nada. Si todas dispusieran de las facilidades de Chacón, las mujeres de este país darían saltos de alegría. Lo jodido de ser madre y padre en España es trabajar en un polígono en el quinto coño, no disponer de guarderías no ya en el lugar de trabajo, sino ni siquiera cerca de casa. Lo jodido es que cada vez que hay que visitar al pediatra, no hay ningún coche oficial con sillita para bebés que lleve a la criatura al ambulatorio o al hospital a esperar una hora a que te atiendan. Lo jodido es que muy pocas mujeres son jefas supremas y pueden interrumpir una reunión para darle la teta al niño. Lo jodido es, como dice Najat, “compaginar trabajo y familia, sudando lágrimas, recurriendo a abuelos, tíos, amigos…, sufriendo cada minuto en que no podíamos ser nosotros los que estábamos con nuestros hijos”. Eso es lo jodido. Lo de la ministra Chacón es pura demagogia, propaganda, campaña de imagen y tener más morro que siete osas hormigueras juntas.
Otrosí: ministra, la próxima vez que le hagan una foto con su hijo, exija que le borren con Photoshop el osito de Tous que cuelga de la cadena del chupete. ¡Vaya horterada! Más que los sombreros que llevaba la reina madre del Reino Unido.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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