“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Herrar es de burros

Ya me he hartado. Se acabó. A partir de hoy votaré a aquellos políticos y partidos que en la primera parte de sus programas, su contrato con los ciudadanos, en “la parte contratante de la primera parte”, cuenten en qué la han cagado. Con humildad, sin florituras, sin excusas. Errare humanum est, o el que tiene boca se equivoca. A continuación, escucharé sus propuestas para el futuro. Pero lo primero es lo primero, lo segundo, lo segundo y seis son media docena. Estoy harto de que prometan duros a peseta, castillos en el aire, caviar a paladas y de que vistan a la mona de seda.
Otro criterio de valoración: todas las erecciones de farolas, asfaltado de calles, inauguración de autopistas y estaciones para bichos mecánicos de tierra, mar y aire, promesas de museos o repoblación de gamusinos, realizados durante los seis meses anteriores a unas elecciones, no las tendré en cuenta. Los consideraré actos de propaganda para vender la burra y por consiguiente puntuarán negativamente.
Tercer criterio: transparencia. Las llamadas nuevas tecnologías nos permiten llegar inmediatamente al último rincón del planeta. Cualquier Chiquilicuatre puede tener una web o un blog. Yo no quiero que en los de las instituciones me cuenten que Nicanor toca el tambor y Leonor el saxo tenor. Agradecería que cuando entre en una web oficial o en un blog, además del saludo del presidente, alcaldesa, consejero, diputada o lo que sea, que generalmente sólo cuentan obviedades, me encontrara con información útil. La primera, los salarios detallados de todos los cargos políticos. Algunas instituciones, como el Senado o el Congreso, ya los facilitan (un senador o una diputada de infantería, de los de levantar el dedo o pulsar un botón, se acercan a los 5000 euros mensuales, entre salario, dietas y ayudas para vivienda, sin contar planes de pensiones, indemnizaciones, dos meses de vacaciones y otros chollos que muy pocos asalariados disfrutan). Sería deseable que esta práctica cundiera en el resto de las instituciones. Es sencillo; tan sólo se precisa voluntad. No conozco a ningún político que no prometa transparencia en su gestión. Que la demuestre empezando por lo más simple: lo que nos cuesta su entrega, dedicación y esfuerzo.
Otrosí: cada vez que en sus escritos, discursos, mítines, arengas y brindis al sol, hablen de sus logros, les daré un punto. Cada vez que critiquen las propuestas de la oposición, se lo restaré. Me interesa más saber lo que ellos ofrecen que lo mal que lo hace el adversario político.
Consideraciones finales: por cada visita de los políticos a mi pueblo entre unas elecciones y tres meses antes de la celebración de las siguientes, en sus fichas personales anotaré que progresan adecuadamente. Si solamente vienen en periodo electoral o a los saraos y cortes de cinta para salir en los periódicos, escribiré en rojo que necesitan mejorar. Cada vez que intenten convertir los problemas en problemáticas, los despidos en flexibilizaciones o reajustes de plantilla, o que eso y lo otro es así como no podía ser de otra manera, los mandaré a esa cosa que se pincha en un palo. A la mierda.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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