“Yo me afilié a mi partido no para hacer carrera política sino para defender los intereses de Teruel”. Esto lo escribe Emma Buj, portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Teruel, en las páginas de opinión del Diario del día 28 de noviembre, sin que nadie se lo pregunte y sin venir a cuento. Cuando tiene tanto interés en afirmarlo será que a lo mejor no es evidente, que los ciudadanos ven en ella otra cosa. Sus palabras me recuerdan una exposición que vi hace unos años. En una de las salas había un carro de la limpieza, con una fregona, el Ajax pino, bayetas, limpiacristales y un cubo de la basura repleto de desperdicios. No había ni uno sólo de los que pasábamos por allí que no tirara un papel, un chicle o un envoltorio al cubo de la basura, hasta que una azafata, muy enfadada, nos llamó la atención de muy malas maneras: aquel carro no era tal, sino una obra de arte, un montaje, una escultura o vaya usted a saber qué. Para todos, a excepción de la azafata y del autor de la “obra”, aquello era el cubo de la mierda. No sea usted cínica, doña Emma. ¿Conoce usted a algún político que confiese: “yo era un comercial o una funcionaria que cobraba mil y pico euros; desde que estoy en política cobro tres veces más y nadie me tose a la oreja. De aquí no me echan ni con agua hirviendo?”. Si hace unos días hablaba de la sencillez, hoy quiero hablar de la simpleza. ¿Por qué algunos políticos tratan a los ciudadanos como si fueran imbéciles? ¿Por qué no reservan las simplezas para la charla de café o para el día de los Inocentes?
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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