“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Enate G. Erre, Zeta, Te

Una reseña del Luis Antonio de Villena y otra de Toni Losantos, dos personas de cuyo criterio me fio, me convencieron para ir zumbando a la librería Perruca, esa selva dónde los libros crecen salvajes y lo invaden todo, y comprarme la novela, o lo que sea, España, de Manuel Vilas (Barbastro 1962). El Manolo Vilas está como una chota. Una chota lúcida. Me gustan las chorradas que escribe. Me gustan mucho. Las piezas o fragmentos de que consta la obra, logran componer un retrato fiel del centón de la puta España. Nos habla de socialdemocracia, de eurocomunismo, de una muerta que se follaba a los hombres de cinco en cinco, de tiros en el coño, de Zapatero Pidal, Juan Carlos II en el año 5012, del inventor de Kafka, de un astrofísico que se convierte en Tereso de Calcuto, de tiros en la nuca, de la envidia, de los padrinos para triunfar en la literatura y de la tecnología de la repetición, entre otras cosas. Para poder escribir así, Vilas se ha debido poner de Enate G hasta las cejas. Corran a comprar el libro a su proveedor habitual. España, entre el florido pensil y el zurullo.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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