Lo tengo claro: hay que dejar de participar en el estudio Pisa. No sirve para nada. Unos mismos resultados, para unos son la prueba fehaciente de que nuestras escuelas son fábricas de burros, y para otros que nuestros chavales progresan adecuadamente, por utilizar la terminología al uso. Algunos políticos se parecen a los trileros, haciendo malabares con las cifras y las letras y así podernos sacar las perras, o los votos, que es peor. Escuché días atrás en la tele: “las estadísticas debidamente torturadas terminan por confesar”. Con los resultados del estudio Pisa, hemos asistido al triste espectáculo de la masacre de los números. Un estudio internacional para la evaluación de estudiantes, en lugar de servir para corregir nuestros defectos, se usa para volarnos la cabeza con medias, medianas, cuartiles y percentiles, armas muy peligrosas en manos de cenutrios y cenutrias con licencia para manipular. Si yo fuera mal pensado, que lo soy, creería que a estos mercenarios del voto, les importa un testículo de ánade Pisa, Pisha o Pigsa. Conservar el escaño o pasar del gallinero a la primera fila, es su único objetivo. Consideran que la estadística es como una pizza, a la que se le pueden quitar o añadir ingredientes, a gusto del manipulador. ¡Marchando una Cuatro Estaciones, sin champiñones y doble de queso!
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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