“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 27 de noviembre de 2008

Con dos pelotas

Ni el fútbol ni la música militar me ponen. No vayan a creer que me opongo a todo. No es eso. Lo que me jode es que recurramos a los tópicos más ramplones para hablar de patriotismo. Gana la Selección un campeonato de fútbol, y los periódicos se llenan de alusiones patrioteras, de los héroes de Viena y de otras chorradas con menos fundamento que un sopicaldo de berzas. Yo no soy de esos que querían que ganase Alemania. No. Puestos a elegir entre dos, me quedo con los nuestros. Por los mismos motivos que en el Campeonato de petanca entre Villarquemado y Cella, prefiero la victoria de mi pueblo. Pero de ahí no paso en la defensa de unos “colores”, ya sean de un equipo de fútbol, de una bandera o de unos calzoncillos.
El deporte profesional es un negocio. Un negocio en el que unos deportistas tan “patriotas”, no tienen inconveniente en fijar su residencia en Mónaco, las Islas No Pago Un Duro o cambiar de nacionalidad con tal de atender a sus intereses particulares. A estos “héroes” lo que les pone de verdad es la bandera del euro, no la de España.
Pero peor que los deportistas son los que alimentan el gran circo de fútbol. Esas cadenas de televisión que durante horas y horas nos repiten las mismas imágenes, nos machacan con comentarios absurdos, elevan el comentario chorras de un jugador a la categoría de joya literaria. Lo que interesa es tener a la gente pegada frente a una pantalla, llenarles la cabeza de bobadas y de mensajes publicitarios. Una patada a una pelota convertida en símbolo de una pretendida superioridad. Nunca con tan poco se ha querido hacer tanto. Lo decía Castellote hace unos días: si pierden, nuestros jugadores son unos ignorantes de cojones, que no leen; si ganan, se convierten en sabios, discípulos de otro Sabio, el de Hortaleza, tal y tal.
Reflexionen un momento. ¿Qué supone la victoria de España? ¿Qué ha hecho usted, lector para que el triunfo de España suponga un orgullo “nacional”? ¿Acaso no es el mundo del fútbol un negocio sucio y oscuro, donde se mueven millones de euros sin apenas control? ¿Son los presidentes de las sociedades anónimas deportivas y de los clubes ejemplo de ciudadanos intachables, que lo único que buscan es el bienestar de su país? ¿Giligilis, florentinos, delnidos, laportas y otros, merecen que los pongamos como ejemplos de algo? ¿Qué valores aportan a la sociedad unos deportistas que dedican su tiempo libre a jugar a la Play Station y a ceder su imagen para anunciar cerveza? (Diario El Mundo, 30 de junio, dos páginas a todo color, con nuestros futbolistas anunciando no una, sino dos conocidas marcas de cerveza).
Somos los inventores de la fregona, del Chupa Chups y de la suerte de varas. Tocamos todos los palos. Y flamantes campeones de Europa. ¡A mí el pelotón Sabino, que los arrollo!¡Viva España!
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

No hay comentarios: