“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Carta a don Manuel Pizarro

Lo de los dos mil kilos de indemnización me ha hecho reflexionar. Mucho. Párese un momento. Piense. Usted es un chico listo. Buen estudiante, aplicado. Enhorabuena. Claro, también es verdad que usted lo tuvo más fácil que otros: un abuelo general del ejército de Franco. He leído que era de los pocos que llamaban de tú al Caudillo. ¡Ostras! Un padre farmacéutico y Procurador en Cortes por el tercio familiar (¡jolín!). Uno no elige a su familia por lo que nada le voy a reprochar. Simplemente dejar constancia de que ni usted ni sus padres, a diferencia de miles de turolenses, las pasaron canutas ni tuvieron que emigrar a ninguna parte y ser carne de cañón de las cadenas de producción de la Citroën, la Renault o la Volkswagen, ni hacerles la vendimia a nuestros vecinos los franceses. Tuvo suerte. Algún enchufillo también tendría. Supongo. Lo digo porque yo tenía un amigo cuyo padre era capitán y solamente por ser amigo de su hijo, nos conseguía unos permisos que no vea. Dicen en mi pueblo que el que tiene padrinos se bautiza. Y usted debió tenerlos y de los buenos. Y si además usted era y es un chico listo, seguro que supo aprovechar las oportunidades que se le brindaron. Ningún tonto aprueba las oposiciones a abogado del Estado. Que quede claro. He leído que en todos los trabajos que usted ha emprendido, siempre ha destacado. Enhorabuena de nuevo. Quizás hubiera que matizar un poco. En la empresa privada, triunfar significa sólo una cosa: crecer y ganar dinero como sea. Los resultados económicos mandan. Cierto que se adornan con florituras para que no se note tanto. Se habla de servicio a la comunidad, respeto al entorno, contribuir al bienestar de la sociedad y al progreso. Pero en cuanto no se gana los que la avaricia de los mandamases exige, a la comunidad, al entorno, al bienestar y al progreso, que les den. También he leído que usted ejerce de turolense. Y de español. Enhorabuena por tercera vez. Está muy bien no renegar de la tierra. Ni de la Patria o como se llame ahora, que ni siquiera somos capaces de ponerle letra a la solfa del himno. Pero al menos se le ha reconocido: no ha mucho, fue nombrado, con todos los honores, hijo predilecto de Teruel. Buenos amigos tiene, ¡pardiez!. Otros muchos que tuvieron que emigrar y que mandaban sus ahorricos al Banco Aragón de Teruel (esta tierra no era capaz de proporcionar una vida digna a sus hijos pero éstos nunca dejaron de quererla), no tienen ni siquiera una triste estatua colectiva en un rincón de un parque de la capital de la provincia. Por muy listo que se sea, por mucho que se trabaje, don Manuel, nadie, ninguna persona, hombre o mujer, debe percibir dos mil millones de pesetas por su trabajo. Podrá ser legal pero es indecente e injusto. Y usted, que según me consta, es un hombre de fuertes convicciones religiosas, además de un buen jurista, entenderá perfectamente la diferencia entre legalidad y justicia. Nunca he entendido la contradicción de los que predican la justicia, divulgan el mensaje ese del camello y la aguja, y después se comportan de forma totalmente diferente. Incoherencia me parece que se llama a eso. Mi abuelo que no tenía estudios lo plasmaba con la frase esa de una cosa es predicar y otra dar trigo. Si comer más de la cuenta es malo, beber en exceso es perjudicial, ¿por qué no lo es la acumulación de dos mil kilos en la cartilla de una sola persona? Intuyo que cuando la Biblia nos dice que al hombre se le conocerá por sus buenas acciones, no se refiere a las que cotizan en Bolsa. Pero no me haga mucho caso; a decir de un bardo que escribe en este Diario, lo mío son “reflexiones de imbécil”.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado

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