Vaya, al amigo Ramón Biel Ortín, de Montalbán, no le gusto mucho. Mis escritos están “llenos de prepotencia, pseudocultura y tonterías”, según afirma en la cartita al director del jueves 10 de julio. Estoy seriamente preocupado. No por lo que dice sino por quien lo dice. No tengo el honor de conocer a don Ramón, ni he leído ninguno de sus, sin duda, inteligentes y cultos microrrelatos; sin embargo ese uso de plural mayestático, ese “ amargarnos la vida”, denota que es persona principal. No habla en su nombre, sino en representación de toda una provincia. Tal licencia solamente está al alcance de los elegidos. Y eso es lo que me acojona.
Claro, que a lo mejor, don Ramón es miembro del politburó local de algún partido de esos asamblearios, vanguardia de la clase obrera, que ha reunido a los suyos en cónclave y utilizando la dialéctica marxista, han debatido el tema, llegando a la conclusión, por amplia mayoría, de un voto a favor y una abstención, de que soy un imbécil.
Agradezco que, apenas comenzado el siglo XXI, ya me proponga como turolense más empalagoso de la centuria. Pero no se esconda usted, don Ramón, pidiendo a otros que me den el título. Hágalo usted mismo. Invíteme a su pueblo. Le prometo que iré a recoger el diploma y en mi discurso de agradecimiento, propondré que la extensión de la calle de los Cantalobos lleve por nombre Cantamañanas, en su honor.
Otrosí: prepotente.
(Del lat. praepŏtens, -entis).
1. adj. Más poderoso que otros, o muy poderoso.
2. adj. Que abusa de su poder o hace alarde de él.
Evaristo Torres Olivas. Villarquemado
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