“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

domingo, 3 de noviembre de 2024

OMG

Metro de Madrid, 12:30. Vagón lleno. Casi todos los pasajeros con el móvil en la mano. Los sentados y los que están de pie. Y una excepción: una niña, de siete u ocho años que sentada frente a mí lee un libro con la portada en inglés. No está todo perdido, me digo. La observo maravillado. Frente a ella, su padre tecleando en el teléfono. Seguro que esta niña llegará lejos, pienso. Está disfrutando de la lectura en lugar de mirar monigotes animados en una pantalla. Me extraña que no pase las páginas con el dedo, pero tal vez relea una y otra vez un pasaje que le gusta mucho. No levanta la mirada cuando el metro para en las estaciones y la gente sube y baja. ¡Qué concentración! Absorta en la lectura.  De vez en cuando, su padre le dice algo. Ella levanta la vista unos segundos y vuelve al libro. Tan joven y enganchada a la lectura en papel. Y en inglés. Vergüenza debería darles a todos los pasajeros pegados a la maldita pantalla. Dicen que los niños aprenden de los mayores, pero deberían ser los mayores quienes deberían aprender de esta niña. Próxima estación, Tirso de Molina, anuncian por megafonía. El padre golpea ligeramente el hombro de la niña. Ella lo mira y reposa el libro en el regazo. Y aparece el móvil escondido entre las páginas. Y los monigotes. Para el tren. Se abren las puertas. Padre e hija se bajan cogidos de la mano. En la otra mano, el padre lleva el móvil. Y la niña, el libro en inglés cerrado. Con el teléfono escondido entre sus páginas. OMG.

Evaristo Torres Olivas

sábado, 26 de octubre de 2024

Errejón y los granos en el culo

Publicado en Heraldo de Aragón 4/11/2024

El caso Errejón me ha traído a la mente las letras de canciones de dos mujeres de mi juventud, Jeanette y Mari Trini, lo que indica que ya no tengo veinte años. Lo primero que he pensado tras la dimisión/expulsión de Errejón es aquello de “hoy en mi ventana brilla el sol porque te vas”. Sé que la canción de Jeanette hablaba de otra cosa, de tristeza, pero a mí que se vaya el portavoz de Sumar me produce alegría después de escuchar y leer las denuncias. Y como una cosa te lleva a otra, el "porque te vas" me ha recordado que fue la canción de la película Cría cuervos de Carlos Saura, título que le viene que ni pintado a Errejón Galván. La otra canción de la artista que me ha venido a la mente es la de Soy rebelde, que entre otras cosas dice que “siempre sin razón me negaron todo aquello que pedí y me dieron solamente incomprensión”. Y es que al “pobre” expodemita, las mujeres que le han denunciado no han sabido entenderlo. De Mari Trini he recuperado la letra de Yo no soy esa. Después de leer la carta de dimisión del exdiputado y exportavoz de Sumar, me he dado cuenta de que en realidad no era uno sino dos, como las ofertas de los supermercados, el dos por el precio de uno, la persona y el personaje, un yo y su otro yo. El personaje, bueno, la persona, peor que un dolor de muelas o un grano en el culo. Según cuenta, la culpa de este desdoblamiento de personalidad es de la “subjetividad tóxica que el patriarcado multiplica”. En resumen, que los maltratadores no son agresores sino víctimas. Porque el mundo los ha hecho así, como canta Jeannette. Él en realidad no es ese que imaginábamos, como recalca la canción de Mari Trini. Es mucho peor.

Evaristo Torres Olivas

domingo, 20 de octubre de 2024

Da lo mismo ocho que ochenta

 Leo el titular del Heraldo: Miles de personas se manifiestan contra el Gobierno en Madrid y piden elecciones generales ya: "Sánchez dimisión". Lo primero que se me ocurre es preguntarme cuántos miles habrán sido. El subtítulo me lo aclara: Según la Delegación de Gobierno, han sido 25.000 personas las que se han concentrado en la Plaza Castilla, y 400.000 según la convocante Plataforma por la España Constitucional. Nada que objetar a Heraldo y a la agencia que ha transmitido la noticia. Han cumplido con su deber de recoger los datos que les han proporcionado las fuentes. El problema surge cuando el lector se pregunta cómo puede haber tanta diferencia entre lo que dice el Gobierno y la organización. No estamos hablando de cien personas más o cien personas menos sino de una cantidad que es dieciséis veces mayor que la otra. Imaginen que un turista pregunta en el bar de mi pueblo los kilómetros que hay hasta Zaragoza. La respuesta correcta es 150. Pero Manolo, que lleva toda la tarde bebiendo cerveza le dice que 19 kilómetros. Y Juan, el camarero, que no se sabe cuánto ha bebido, interrumpe y dice que son exactamente 987 kilómetros.  Alberto, un niño de catorce años que quiere ser periodista, escucha la conversación y anota con un lápiz en una servilleta que la distancia entre Villarquemado y Zaragoza es de 19 kilómetros según Manolo y de 987 según el camarero Antonio. Mañana escribirá una redacción sobre la manipulación de los políticos. Yo también he pensado aconsejar a mi nieta que cuando se presente a una entrevista de selección y le pregunten cuánto quiere ganar conteste que entre 5.000 y 80.000 euros al mes, euro arriba, euro abajo. Y si en un examen le preguntan la distancia que hay entre la Tierra y la Luna, que conteste que entre siete y un millón de kilómetros. Eso sí, que cite sus fuentes: la cifra baja se la ha dado su amiga Sonia y la cifra alta, Ramón, el conserje del edificio en el que vive. En resumen, que nuestros políticos se comportan como niños. Pero sin la inocencia de los chavales.

Evaristo Torres Olivas