“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 22 de mayo de 2012

El cuco

Al igual que antaño la gente se moría de muy pocas enfermedades – para mi madre, el noventa por ciento de las muertes se debían a que al muerto le había dado un arrebato—a la hora de referirse al talento de las personas se las dividía en listos y tontos (pitos y ababoles, en mi pueblo). Pero con el tiempo y el progreso ahora tenemos miles de enfermedades y ya no hay tontos. Ahora hay diferentes tipos de inteligencia: emocional, intrapersonal, interpersonal y cinco mil categorías más. Hoy les voy a hablar de la inteligencia del cuco. El diccionario nos define al cuco como a la persona taimada y astuta, que ante todo mira por su medro o comodidad. Este tipo de inteligencia se da mucho en la política. Seguramente que si se fijan en el clan de guillenes y arrufates, velascos y larredes, iranzos y pereces encontrarán a varios ejemplos de cucos. Son personas que no destacan ni por su cultura ni por sus conocimientos en algún campo del saber pero que son unos hachas a la hora de vivir a expensas de los demás. El cuco está emparentado con el zorro,  el vividor y el parásito. Como saben que por sus méritos profesionales nunca podrán llegar a ninguna parte, se las ingenian para faenar en las aguas del partido con todo tipo de malas artes y arpones. Verles manipular, especialmente en tiempos de confección de listas electorales y reparto de cargos, es uno de los espectáculos más bonitos a los que se puede asistir. Superior a un amanecer en el Caribe, un paseo bajo la luna en las cataratas de Iguazú o la carrera de un guepardo. Los cucos se mantienen en los primeros puestos de sus partidos años y años, legislatura tras legislatura. Solamente la muerte o el asenso a un puesto superior los saca de la secretaría general, el Senado, el Congreso o el parlamento de su autonomía. No importa que su partido gane, pierda o empate las elecciones; los cucos han sabido situarse en los puestos de las listas que les garantizan el cargo, pase lo que pase. Una vez conseguido su objetivo, se dedican a dormitar y a disfrutar de su inmerecido salario durante cuatro años. Sólo tengo una duda: ¿El cuco nace o se hace?


Evaristo Torres Olivas

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que el cuco/la cuca se hace, pero mamándolo desde la más tierna infancia. Las mamás y los papás de los cucos pequeños los "educan" en las artes de buscar únicamente su beneficio, aprovecharse de lo posible, buscar el bienestar individual por encima de todo... eso es lo que yo creo. No se trata solo de individualismo, sino de ver al otro como alguien útil o no a mis intereses.
Los hay a patadas, son mediocres en el trabajo, pero amigos del jefe, pelotas, ... malas personas, en definitiva. Esa es mi opinión.

Anónimo dijo...

Na tengo ninguna duda de que el cuco se hace poco a poco, pero estarás conmigo cuando pienso que hay que nacer con cierta predisposición al "cuquerío". La verdad es que hace falta tener tripas para estar ahí aunque se hunda el mundo, poner una sonrisa y estar al lado de quien, minutos, horas o días antes, estabas apuñalando.
Bien Evaristo

Anónimo dijo...

Pienso que se hacen, porque se precisa entrenamiento para comportarse de forma tan rastrera y soportarse a sí mismos.