“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 10 de noviembre de 2025

La "payela", el "gasparasho" y los ritos "besicos"

 Yo tenía pocos más de treinta y cinco años Acababa de fichar por una multinacional norteamericana en Madrid.  En el departamento de Recursos Humanos. Apenas llevaba unas semanas en el puesto cuando se incorporó un nuevo directivo, un estadounidense de nombre Bob. Director de Protocolo y Relaciones Públicas. Bob era un hombre agradable, simpático y dicharachero. En la primera presentación a nuestro departamento, leyó en español estas palabras que alguien le había escrito: “Soy Bob, Roberto, nuevo director de Protocolo y Relaciones Públicas. Me gusta mucho España, su gente y su comida, especialmente el gazpacho y la paella. Mi reto es contribuir a solucionar los retos básicos de la comunicación y las relaciones públicas…”. Eso es lo que le escribieron, pero Bob, con escasos conocimientos de nuestro idioma, dijo: “Soy Bob, Roberto, nuevo director de Portolculo y Relasiones Púbicas. Mi gusta España, su gente y su comida, espesialmente el gasparasho y la payela.  Mi obyetivo es contribuir a solusionar los ritos besicos de la comunicasión y las relaciones púbicas”. El director de mi departamento aplaudió fervorosamente; los demás, con menos fervor, también aplaudimos. ¡Qué remedio! A la salida de la reunión, todos los miembros de mi negociado, a excepción del jefe, nos partíamos de risa. Carmen, la subdirectora del departamento de Bob, una experimentada comunicadora, tomó buena nota. Durante el año en que Bob permaneció en nuestra empresa, en todos los actos institucionales con empresarios, políticos y medios de comunicación, siempre era Carmen la que hablaba y Bob asentía con la cabeza y esbozaba una tierna sonrisa. Pero sin hablar. Al año, a Bob lo destinaron a un nuevo puesto en Canadá y Carmen ocupó la vacante. Con mucho éxito.

Evaristo Torres Olivas

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