He escrito varias columnas sobre cargos políticos (utilizo el genérico para no decir cargas políticas y que se entienda mal) chupando cámara en todas partes. De todos los partidos. La alcaldesa de Teruel Emma Buj, la diputada provincial Beatriz Martín. Ahora le toca a la ministra Pilar Alegría. En Azuara, Zaragoza, han nombrado hijos adoptivos a los miembros de la UME, Infoar y a los bomberos de la Diputación de Zaragoza. ¡Excelente decisión! En la foto que publica Diario de Teruel de hoy viernes, quien ocupa el lugar central en la primera fila es Pilar Alegría, ministra de Educación. ¿Qué pinta ahí? Nada. Ni tiene ningún cargo para la prevención de inundaciones ni ha tenido parte en el nombramiento del ayuntamiento. No debe ser casualidad que el alcalde del pueblo también sea del PSOE. ¿Imaginan que se publique una noticia sobre la alumna que ha obtenido la mejor nota en la PAU y se ilustre el artículo con una foto del conserje de su instituto? No creo equivocarme cuando pienso que en la primera línea de las responsabilidades de cualquier cargo político debe aparecer en letras grandes, en negrita y subrayado que su primera responsabilidad es salir en las fotos en lugar destacado, para que se le vea bien. De otra manera no se podría justificar el desplazamiento en coche oficial con chófer y escolta. Dejo para otra ocasión cualquier referencia a la semiótica de la imagen, “el estudio e interpretación de las imágenes, gestos y expresiones corporales, para comprender lo que se está visualizando”; en este caso, el tamaño del ego de la ministra Alegría.
Evaristo Torres Olivas
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