Reconocer que uno no está capacitado para algo no es sencillo. En líneas generales nos creemos mejor de lo que somos, estamos convencidos de que poseemos aptitudes que en realidad no tenemos. Cuesta mucho esfuerzo y trabajo autoanalizarse y reconocer nuestras debilidades. Tampoco hay que torturarse y caer en el otro extremo: creernos unos inútiles para todo. Todo lo anterior viene a cuento por la renuncia de Rosa López Juderías, la aspirante a la alcaldía de Teruel, a recoger su acta de concejala tras los malos resultados de su partido, el PSOE, en las elecciones municipales del pasado día 28. Seguramente doña Rosa tiene habilidades y cualidades destacables, pero la capacidad de persuasión y la habilidad para comunicar eficazmente no figuran entre ellas. Empezando porque su voz no es agradable, algo de lo que no es responsable y que obedece a causas que debería explicar un especialista en otorrinolaringología. Seguimos con que su discurso es simplón. Ha repetido hasta la saciedad en la campaña que es “Rosa López Juderías, nieta, hija, compañera, madre y abuela de turolenses”. Hay muchas personas en Teruel con ese pedigrí y entre ellas hay buena gente, mala gente, persona admirables y delincuentes. Es un dato que no aporta nada. Mucha culpa de que uno no sea capaz de reconocer sus debilidades la tienen las personas que nos rodean, empezando por la familia. En mi caso, mi padre, un músico frustrado, se empeñó en que yo tocara la trompeta para conseguir lo que él no pudo. Yo tengo dañada la parte de cerebro responsable de la música y por mucho que mi padre se empeñara en apuntarme a clases, nunca llegué a nada y además lo pasaba muy mal. Odié a Louis Armstrong y a Miles Davies solamente porque mi padre me los ponía de ejemplo. Si en el PSOE de Teruel se eligieran los candidatos con criterios profesionales y objetivos, doña Rosa nunca hubiera figurado de número uno de la lista. Pero los partidos políticos se rigen por otras normas. Seguramente, Rosa López podría ser muy útil en puestos internos del partido. Al renunciar, ha debido hacer un ejercicio de introspección. Desgraciadamente, demasiado tarde. La culpa no es solo suya sino de toda la ejecutiva que la eligió.
Evaristo Torres Olivas
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