“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 30 de marzo de 2023

Con las manos en los bolsillos

 Miren la foto al final de esta columna. En ella vemos a una diputada, a dos directores generales y a una Secretaría de Acción Institucional, Municipalismo y Movimiento Popular —por título que no sea— todos de Podemos. La foto corresponde a un acto formativo de ese partido en la plaza de España Valderrobres. Más que un acto político parece un sketch de humor de José Mota. Aparecen todos los políticos de pie con las manos en los bolsillos o cruzados de brazos y una persona, también con las manos en los bolsillos, y de espaldas, como público asistente. Eso sí, no falta la foto gigante de la jefa Díaz, de brazos cruzados, y del que se presenta por Teruel, Bayona. Estos son los que dicen que trabajan sin descanso y que se dejan la piel por nosotros. Lo importante para ellos es salir en la foto, porque una foto vale por mil palabras y porque verse en los periódicos incrementa su ego que ya de por sí anda por las nubes. Si algún pero le pondría en la foto sería que además de cruzarse de brazos o meterse las manos en los bolsillos, alguno de ellos debería haberse fotografiado lavándose las manos, como Pilatos. Tal vez deberían asistir a algún taller en el que les enseñen que entre lo que dicen y la imagen que proyectan debe haber una correspondencia. A eso se le llama coherencia y nos demuestra que del dicho al hecho hay un largo trecho. También es verdad que los políticos de la foto no estarían todo el tiempo con los brazos cruzados o con las manos en los bolsillos. Seguramente, después del acto, del que no se dice cuántas personas asistieron, irían a un bar del pueblo y sacarían al menos una mano del bolsillo o descruzarían un brazo para agarrar el vaso de cerveza o de vino y el tenedor para pinchar la tapa de jamón y queso. Lo peor de todo es, en mi opinión, que los ciudadanos tragamos con todo, no nos importa que nos tomen el pelo, que personas con apenas experiencia, que no han gestionado nada, que de la universidad o desde un puesto de auxiliar administrativo quieran presidir una comunidad o el ayuntamiento de una ciudad. Como si gobernar fuera algo que se hace con la gorra o con las manos en los bolsillos.

Evaristo Torres Olivas

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