“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 7 de julio de 2022

El periodista arrogante

 El caso del periodista Javier Lizaga es para echarse a llorar. Presume de másteres, de Facultad de Periodismo; cita a Julio Camba, tacha de mierda lo que escriben otros colegas y hasta se atreve a nombrar a James Dean. Sin embargo, en una columna de la contraportada del Diario de Teruel de veinte líneas y poco más de trescientas palabras comete diez faltas de ortografía. Si a ello le añadimos la deficiente sintaxis y el abuso de la palabra “mierda”, el resultado es peor que si lo hubiera escrito un escolar de diez años. Pueden comprobarlo en la edición del pasado 6 de julio. Escribe “engaña bobos” en lugar de engañabobos, “advierte que” en vez de advierte de que. Teclea “porqué” cuando lo correcto es por qué. Escribe “clicks” cuando en español es clics. Afirma que “pasamos los 20 bajo cero” en lugar de pasamos de los 20 bajo cero. Ignora que después de dos puntos se escribe mayúscula cuando se introduce una cita. Pone una tilde innecesaria en “sólo” y omite una necesaria en “cadaver”. Nos habla de “interné” por internet y de “hacer basura” en lugar de generar o producir basura. En resumen: un desastre, una patada a nuestro idioma. Un periodista, además de recurrir a fuentes fiables y contar los hechos con honestidad o emitir opiniones, debe hacerlo con corrección, de acuerdo con las reglas gramaticales de la lengua. Un periodista que escribe mal es tan grave como un albañil que coloca mal los ladrillos o un carpintero que corta una puerta tres centímetros más de lo necesario. La herramienta del periodista es la palabra. La palabra es la paleta, la gubia, la escuadra y el nivel del reportero y articulista.  En el caso del señor Lizaga, si ya es muy grave que en apenas unas líneas tenga diez faltas, lo es todavía más cuando recurre a la arrogancia para decirnos que tiene muchos másteres, que domina idiomas y en la facultad “les tiraban a la cara” los textos mal escritos, razón por la que es un periodista competente mientras que otros “escriben mierda”.  

Evaristo Torres Olivas


1 comentario:

Anónimo dijo...

Es curioso, porque tiene algunas columnas interesantes. Lo preocupante es que ni él ni Diario de Teruel revisan mucho los textos, pero supongo que cuando uno envía un artículo lo revisa previamente, claro.