“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

martes, 9 de marzo de 2021

Las mujeres y los buzones

El ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, vi por internet la entrevista que le hizo Jordi Évole a Ibai Llanos, un “streamer y creador de contenidos” como se autodefine. Un personaje que no me interesa nada ni creo que aporte nada al progreso de la humanidad, de las artes, las letras o las ciencias, a pesar de tener cientos de miles de seguidores en las redes sociales. El señor Llanos ha sido noticia en todos los medios por discrepar de otro influencer millonario que se dedica a lo mismo: El Rubius. Tanto el uno como el otro ganan mucho dinero comentando videojuegos en internet. Pero mientras El Rubius se ha ido a vivir a Andorra para pagar menos impuestos, Ibai Llanos se ha quedado en España y dice que quien gana mucho dinero como él debe pagar más impuestos y no marcharse a ningún paraíso fiscal, lo que está muy bien y hay que reconocérselo. Pero a mí, lo que me ha llamado la atención de la entrevista han sido otras cosas: la primera que, mientras Ibai y Jordi conversaban, aparecía una señora en la suntuosa casa del streamer fregando los platos y sacando la basura. Y la segunda, cuando el señor Llanos argumenta que ve normal que una persona que gana mucho dinero como él debe pagar más impuestos que, por ejemplo, “una familia en la que tu padre es camarero y tu madre está limpiando baños”. Le ha salido espontáneamente, como nos saldría a la mayoría de los hombres. A muy pocos de nosotros se nos ocurriría poner el ejemplo al revés, que la madre es camarera y el padre limpia baños. También me he acordado de una comprobación que hice hace dos o tres años: miré los nombres que aparecían en una centena de buzones y en la gran mayoría de los casos el nombre del varón figuraba en primer lugar y a continuación el de la mujer. A algunos les podrán parecer nimiedades, pero indican que todavía nos queda mucho camino por recorrer para que haya igualdad. Todavía llevamos los hombres, y algunas mujeres, grabado en el subconsciente que las mujeres son las que limpian la porquería y las que, en la sociedad y en los buzones, ocupan un lugar secundario.

Evaristo Torres Olivas

2 comentarios:

ABOGADO dijo...

Lo de la igualdad es una quimera ya que no somos iguales ni en el nacimiento.

Anónimo dijo...

La igualdad de género es una cuestión de respeto al otro. El objetivo que se pretende lograr es político; que afecte a cada uno de nosotros.
Ese objetivo esta en todos los movimientos sociales, desde el movimiento obrero del siglo XIX a las movilizaciones del siglo XX: feminismo, pacifismo, ecologismo, derechos civiles, antiglobalización…
Estos movimientos son populares, del pueblo, entendido como el cuerpo social general, y también restringido al estrato social inferior en términos socioeconómicos y de poder.
Ya en la Revolución francesa se minaron las bases del derecho divino de los reyes extendiéndose como corriente de pensamiento vigente en Francia la Ilustración, cuyos principios se basaban en la razón, la igualdad y la libertad.
Pero el neoliberalismo usa el determinismo biológico para sus propios intereses.