“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

jueves, 16 de julio de 2020

José Blanco y Alfonso Alonso, unos farsantes.

Cualquiera que siga las intervenciones de nuestros políticos, ya sea en los parlamentos o en los medios, se dará cuenta de que, fundamentalmente, la política consiste en criticar al adversario, insultarlo con frecuencia, y acusarle de pertenecer a una organización que es un de nido de corruptos, de ineptos y de gente que quiere arruinar España, cargarse la democracia y de querer asemejarnos a las dictaduras bolivarianas, los regímenes fascistas, el capitalismo salvaje o los nacionalismos excluyentes, según el caso. Y con ese mantra van encadenado una legislatura tras otra, durante décadas. Hasta que se retiran voluntariamente de la política, rara vez, o caen en desgracia en su partido, lo más habitual. Y entonces, todo cambia. Casi nunca retornan a su anterior empleo, en muchos casos porque fuera de la política no tienen ninguno. Se enganchan al carro de las puertas giratorias o crean consultoras de asuntos públicos. Los antiguos enemigos irreconciliables se convierten en amigos para siempre, amics per sempre o friends for life. Este es el reciente caso de dos exministros, de dos partidos enfrentados: José Blanco, del PSOE y Alfonso Alonso del PP. José Blanco es CEO y socio fundador de Acento, una consultora de asuntos públicos (así figura en la página de la consultora, aunque el nivel de inglés de Blanco sea el mismo que el mío de chino mandarín). Acaban de fichar de presidente a Alfonso Alonso, del PP. Tanto Blanco como Alfonso son exdirigentes de sus partidos purgados por Pedro Sánchez y Pablo Casado, respectivamente. En la misma consultora también aparecen otros purgados del PSOE como Antonio Hernando que ocupa el puesto de director general y Elena Valenciano, senior adviser (otra expresión innecesaria en inglés). También tienen como miembro destacado al hijo de otro dirigente del PP, González Pons. Alonso, antes miembro de un partido corrupto que se quería cargar España, de repente se ha convertido, según Pepe Blanco, en alguien que “analiza muy bien y es una persona muy equilibrada, moderada con la que se pueden conformar equipos”.  Y, además, le parece que “eso es muy importante en este tiempo, que es un tiempo que apela a la moderación, a la transversalidad, al acuerdo”. Una prueba más de que, en muchas ocasiones, los políticos son unos malos actores de obras desarregladas, chabacanas y grotescas. Unos farsantes.
Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

La política institucional es puro teatro. Un engaño destinado a la mayoría pobre y trabajadora, para simular una confrontación política donde hay mucho más de compadreo y reparto de los diversos botines que de otra cosa. Donde se ocultan grandes consensos y se publicitan ridículos, pero aumentados con lupa, disensos.

Y la gente discutiendo en los bares, defendiendo a "su" partido político... a menudo, ingenuamente.

Basura y corrupción para recrear la falsa democracia. Una oligarquía sigue decidiendo por todas y todos.