“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

miércoles, 9 de octubre de 2019

Tengo dudas

Según la Retórica de Aristóteles, hay tres pilares para convencer a los demás sobre un tema: el ethos, el pathos y el logos. Hoy hablaré del primero. Simplificando, el ethos nos dice que, para persuadirnos, quien nos cuenta algo ha de ser digno de confianza y ser respetado como un experto en el tema sobre el que opina. Nos merece más confianza la opinión de un médico sobre los peligros del alcohol que la de un bodeguero. O la de una médica y una bodeguera. Sobre médicos y médicas, bodegueros y bodegueras, expertos y expertas quería hablarles después de esta larga introducción. Y de lenguaje inclusivo. Dicen algunos expertos que el desdoblamiento es necesario para no hacer invisible a las mujeres. Pero, por otro lado, para evitar las cacofonías y el aburrimiento de alumnas y alumnos, profesores y profesoras, estamos contentos y contentas, algunos profesores y algunas profesoras proponen que se utilicen palabras como el profesorado, el alumnado, la ciudadanía, el personal, el funcionariado, la plantilla o la juventud en lugar del masculino genérico o el desdoblamiento. Sin embargo, otros expertos proponen exactamente lo contrario. Hablan de humanización de la escritura: es fácil imaginar a un cliente, pero cuesta mucho más imaginar a la clientela, dicen. La expresión los miembros del tribunal es mucho más humana que el tribunal, argumentan. ¿A quién hacemos caso?  Quienes defienden una postura y su contraria son personas cultas, en este caso hombres. Uno es profesor universitario y autor de un manual de lenguaje inclusivo con perspectiva de género y el otro, también profesor universitario, ha escrito numerosos libros de comunicación y escritura.  ¿A cuál de los dos le hago caso yo que no soy experto en esa materia?  No sé si en mis columnas he de criticar a los políticos y políticas corruptos y corruptas, a la clase política corrupta o a los políticos corruptos. Por fortuna, entre la gente experta nadie ha propuesto que se diga l@s polític@s corrupt@s ni les polítiques corruptes. Aunque lo mejor sería que, se hable como se hable, no hubiera chorizos ni chorizas. Ni nadie de la clase ladrona.
Evaristo Torres Olivas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay asuntos en los que las personas expertas informan y la gente, decide. En realidad, deberían ser casi todos.

La costumbre y el uso, la inercia en las formas de actuar, nos pesa mucho. Somos muy vulnerables, por desgracia, a no cambiar las oosas... no tanto por malicia, que también, sino por comodidad e incapacidad manifiesta.

Viene esto al caso de que, el lenguaje, debe estar al servicio de las personas, y no al revés. Es por esto que, cambiar en castellano los plurales genéricos por terminaciones en -es, no supondría más que acordarlo, publicitarlo y aplicarlo. Sin perjuicio del pasado.
Es una solución práctica que sólo necesita voluntad... y una comprensión de los motivos por parte de la sociedad, que es lo más difícil.

El lenguaje inclusivo no es lo más importante de entre las reivindicaciones feministas, pero es necesario también, pues las palabras que empleamos van fraguando también nuestra cosmovisión.