“Periodismo es difundir aquello que alguien no quiere que se sepa, el resto
es propaganda. Su función es poner a la vista lo que está oculto, dar testimonio
y, por lo tanto, molestar. Tiene fuentes, pero no amigos. Lo que los periodistas
pueden ejercer, y a través de ellos la sociedad, es el mero derecho al pataleo,
lo más equitativa y documentadamente posible. Criticar todo y a todos. Echar sal
en la herida y guijarros en el zapato. Ver y decir el lado malo de cada cosa,
que del lado bueno se encarga la oficina de prensa”
-Horacio Verbitsky,
periodista y escritor argentino

lunes, 12 de agosto de 2019

Políticos vitalicios e incompetentes

Por una vez estoy de acuerdo con lo que dice Pablo Echenique: “La Administración General del Estado es enormemente compleja y un ministerio es mucho más que un sillón y un nombre. Para que no se trate de una cáscara semivacía, ha de haber competencias y equipos debajo”. Y lo que se aplica a un ministerio también sirve para un alcalde del ayuntamiento de una ciudad o de un consejero de una autonomía.  Estoy seguro de que la mayoría de los políticos estarían de acuerdo con las afirmaciones del político de Podemos. Sin embargo, a la hora de poner al frente de los ministerios, consejerías y ayuntamientos a los que los han de gestionar, los partidos y los políticos— incluidos los de Podemos – que los dirigen no dudan en elegir a personas, hombres y mujeres, sin ninguna experiencia en el área que se les encomienda. Lo mismo pueden proponer a un entrenador de baloncesto para dirigir el ayuntamiento de Madrid y a un electricista para ministro de Interior que a una psicóloga o una filósofa sin experiencia para una vicepresidencia estatal o una consejería autonómica. Tampoco le parece mal al PP empadronar a distancia a un político vasco en un pueblo de Segovia de cien habitantes que nunca ha pisado y nombrarle senador autonómico por Castilla y León. Ni a Podemos en las elecciones de hace cuatro años colocar en la lista de senadores por Teruel a una ciudadana que nunca había pisado la provincia. Y lo peor de todo es que una vez que se suben al carro de la política no se bajan nunca. En Teruel tenemos unos cuantos. Entraron en política hace muchos años, sin tener una carrera profesional extensa ni de mucha importancia y han ido recorriendo todos los puestos en todas las instituciones. Lo mismo sirven para diputados que para senadores, directores generales de Vivienda, consejeros de Presidencia, de Educación o de lo que les echen.  Son empleados públicos vitalicios sin haber aprobado ninguna oposición, elegidos a dedo. Y nos sería de extrañar que, cuando se jubilen de la política, sus hijos hereden la vacante que dejan, como si de un título nobiliario se tratara. Ante semejante atropello, casi es preferible que los puestos que ocupan sean cáscaras vacías sin competencias. Poner a inexpertos a dirigir y gestionar solo se puede admitir cuando se juegan su dinero, pero los experimentos con los cuartos de los ciudadanos es mejor hacerlos con gaseosa, el Monopoly o los Juegos Reunidos Geyper.  
Evaristo Torres Olivas

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