Evaristo Torres Olivas
miércoles, 8 de mayo de 2019
El carné de político
Al igual que para conducir un
vehículo a motor es necesario superar un examen teórico y otro práctico, para
ejercer de político habría que obtener un carné—no el del partido, que ese se
lo dan a cualquiera—tras superar unas pruebas en las que se demostrara la
suficiencia para poder circular por las instituciones sin poner en peligro la
integridad y la salud mental de los ciudadanos. Por ejemplo, los aspirantes a
político deberían conocer las señales de prohibido: prohibido manipular, mentir,
prometer y no cumplir. También las de peligro como aceptar cargos y
responsabilidades sobre asuntos de los que no saben nada o engancharse al
tiovivo de las puertas giratorias. Respetar las señales de limitación: de
permanencia en cargos políticos retribuidos o de aparcar las posaderas en los
parlamentos más de dos legislaturas. En cuanto al examen práctico, deberían
superar una prueba de oratoria en la que estarían prohibidas las siguientes
expresiones: apostamos y abogamos por, como no podría ser de otra manera, trifachito,
bolivarianos, los que quieren destruir España, los perros de los banqueros. No
aprobarían los que dijeran sandeces como estas: “priorizar a las personas
frente a lo económico” o “hay que implementar políticas que beneficien a la gente”.
A estos ignorantes, habría que enseñarles que, para atender a las personas, lo
primero es que haya una economía saneada y con recursos suficientes. “Sin
perricas, no hay chufletes”, decían nuestras abuelas. Y también habría que
enseñarles que cualquier política, sea la que sea, siempre beneficia a una
gente y fastidia a otra. Subirle los impuestos a unos y bajárselos a otros
beneficia a los que se los bajan y perjudica a los que se los suben, y tanto
unos como otros son gente. Los demagogos y los cantamañanas nunca
deberían obtener el permiso de político. Debería también establecerse un
sistema de multas y sanciones y la retirada de carné en caso de infracciones
muy graves. Desde la mentirijilla que se sancionaría con cien euros y dos
puntos del carné de político hasta meter mano en la caja de los dineros de
todos que acabaría con la retirada de la licencia y el traslado del político a
la a cárcel con la grúa.
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Sin pelos en la lengua
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