Con frecuencia me he preguntado si a la política acceden los que menos escrúpulos tienen, los más irrespetuosos con los ciudadanos, los que consideran que el fin justifica los medios o si, por el contrario, el ejercicio de la política transforma a personas decentes en granujas impresentables o en torpes charlatanes. Para no extenderme, tomaré como ejemplo los titulares de Heraldo de Aragón del 27 y 28 de abril. Nuestro presidente Lambán afirmaba el día de las elecciones que confía en que la mayoría de ciudadanos apuesten “por la España del futuro”. Decir eso y no decir nada es exactamente lo mismo. La España del futuro puede ser mejor, peor o igual a la España del presente. No es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor ni tampoco que lo haya de ser el futuro. Los candidatos al Congreso por Teruel de los distintos partidos tampoco destacan por la brillantez de las declaraciones que recoge este periódico el día 27. Alberto Herrero, del PP, nos decía: “Queremos hacer de Teruel una tierra de oportunidades. Hay que tomar medidas contra la despoblación”. Como si el PP no hubiera gobernado nunca; y en cuanto a las medidas contra la despoblación, los únicos que se han movido han sido los ciudadanos y los agentes sociales que organizaron la manifestación de Teruel porque ni PP ni PSOE han hecho nada en 40 años de democracia. Herminio Sancho, del PSOE, afirmaba que “esta provincia solo saldrá adelante con una apuesta por lo público, que no busque la rentabilidad”. No sé qué entiende por rentabilidad el señor Sancho y por qué lo público no ha de ser rentable. A Blanca Villarroya, de Unidas Podemos, habría que regalarle un diccionario y un manual de ciencia política para que no haga más declaraciones como esta: “Estamos confiados en que lograremos robar al bipartidismo uno de los tres diputados”. Robar significa llevarse, con fuerza o violencia, lo que no nos pertenece. La democracia es todo lo contrario: no llevarse nada que uno no se haya ganado con los votos de los ciudadanos. Joaquín Moreno, de Ciudadanos, vaticina que “vamos a ganar estas elecciones. Por fin la voz de la provincia se va a escuchar en Madrid”. Sus declaraciones son un brindis al sol, y si fuera coherente, en caso de que su partido no ganara las elecciones, debería retirarse de la política. Por charraire. Finalmente, el candidato de VOX, Alejandro Nolasco, nos cuenta que “nuestro partido, que demuestra una gran valentía, es la única alternativa real de cambio”. Debería haber dicho, al igual que nos decían en la mili, que el valor o valentía se le supone. Y en cuanto a las alternativas, sean buenas, malas o regulares, son todas reales.
Evaristo Torres Olivas
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