Publicado en Heraldo de Aragón el 28/03/2019
A los políticos se les llena la
boca hablando del Estado de derecho, de democracia y del imperio de la ley.
Pero predicar no es dar trigo. De ahí que, tras el desempleo, sea la clase
política el problema que más preocupa a los ciudadanos, por delante de la
corrupción y el fraude (lo que tiene su lógica, porque con buenos políticos no
habría ni tanta corrupción ni tanto fraude). Seguramente, nuestros mediocres
políticos, muchos de ellos sin oficio y con el beneficio de la política,
entienden por imperio de la ley hacer todo por el artículo 33, es decir lo que
les dé la gana a los que mandan en el partido. Y en caso necesario, recurren a
esta otra ley que en su artículo primero dice que el secretario general siempre
tiene razón y en el segundo, que en caso de que los militantes piensen lo
contrario, se ha de aplicar el artículo primero. Todo esto se ha podido
comprobar en estos días en el PSOE en el que Pedro Sánchez ha impuesto su santa
voluntad en las listas al Congreso y al Senado y ha sido el ministro Ábalos
quien se ha encargado de decirnos que “hay que conjugar liderar un equipo con
la capacidad también de las bases para elegir ese equipo. Y todo eso se llama
democracia interna”. Sánchez ha hecho en el ámbito nacional lo mismo que Lambán
en Aragón, Mayte Pérez en el provincial de Teruel o Samuel Morón en el local de
la capital. Todos han aducido el mismo argumento: que las bases proponen y
ellos disponen a su antojo. Y esa imposición la disfraza Samuel Morón con
palabrería vacua como que “el objetivo ha sido plantear una lista ganadora, con
personas de distintos perfiles profesionales, y que se abre a la ciudadanía de
Teruel”. No se puede decir menos en tantas palabras. A su vez, Mayte Pérez,
que lleva muchas legislaturas figurando en los primeros puestos en todas las
listas, tampoco se ha sonrojado al sentenciar que el suyo es "el único
partido que realmente hace unas primarias, que da voz a la militancia".
Ese tipo de afirmaciones, lejos de constituir un elogio a los militantes, los
toma por imbéciles. En un partido que presume de tener muchos militantes y muy
cualificados, siempre ha elegido para todo a media docena: Gerardo Torres,
Javier Velasco, Vicente Guillén, Mayte Pérez, Antonio Arrufat. Es el imperio de
la ley del dedo.
Evaristo Torres Olivas
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